domingo, 29 de septiembre de 2013

Un año después



Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que vimos el “Alysio” por primera vez en Chios. Exactamente un año después volvemos a embarcar, esta vez en Souda (Creta), para un par de semanitas de navegación.

De Creta poco podemos hablar. Tras llegar al Aeropuerto de Iraklion a las 01:30 del Sábado, rápida presentación de la tripulación saliente y dos horitas de viaje hasta Souda donde estaba fondeado el barco. Sueño reparador, compras, comida y siesta. Por la tarde, casi anocheciendo, a Xania en autobús de linea para visitar su agradable y acogedor puerto y calles adyacentes, vuelta al barcco, y a dormir, que mañana nos espera una larga travesía.



Y tan larga. Salimos los tres (El Patrón, de todos conocido, Conchi y yo) con no muy buena previsión de viento, pues el augurio era que nos iba a dar en la nariz con cierta intensidad. No comenzó mal la cosa y avanzamos a buén ritmo, dentro del horario previsto para llegar a las 20:00 a Cythera.Cuando ya nos quedaba Anticythera por la aleta de babor comenzaron las calamidades. Lo que debrían haber sido solamente dos horas de viaje restante, merced al incremento de viento y mar, se alarga considerablemente para nuestro “disfrute”. A cambio tenemos ocasión de ver una guapa puesta de sol antes de llegar a las 22:30 a nuestro destino.


Llegamos a Cythera dispuestos a descansar, con suerte en el atraque nocturno, pues la única pareja que paseaba por el muelle nos echó una manita con las amarras. La forma de hacer firme el cabo al noray provocó un gesto conocido por algunos, que consiste en bajar la cabeza, apretar los labios y farfullar por lo bajo (¿De quién hablamos?).


No presagiaba nada bueno y se confirmó a las cuatro de la mañana. Levantar el fondeo, saltar al muelle, soltar amarras y fondear en medio del puerto a luz de  la linterna.

De mañana y con un mar incómodo para estar en el puerto, pero bueno para lo que pretendíamos, vamos para Monemvasia. Este destino no estaba en los planes. De hecho, la idea inicial era subir el Peloponeso por el Oeste, pero la previsión de viento para toda la semana nos hizo modificar  la ruta.

La jornada aunque algo larga, comenzó bien. A vela casi todo el trayecto hasta tener claramente cerca la ciudad vieja de Monemvasía. Esta  vez, al mar y el cambio de viento se sumó un inesperado chubasco que obligó al patrón a hacerse el remolón a la hora de fondear hasta que dejó de llover.

Otra vez disfrutamos de una bonita puesta de sol, antes de bajar a tierra a recoger al cuarto tripulante, Félix que llegaba de Bilbao (perdón, Plencia) vía Atenas y bus al destino.

Y hasta aquí nuestra primera parte de la crónica. Ahora será mi “plimo” el Félix el que continúe narrando las vicisitudes de la “tropilla” en esta tiranía compartida del Patrón y la cocinera “paya”, mientras tratamos de que nos den el aprobado en los módulos de marmitón y grumete.

Nos vemos en Galaxidi!!!!!.



viernes, 27 de septiembre de 2013



3ª SEMANA EN CRETA


 El día 7 nos ponemos en marcha dejando el puerto de Agios Nikolaos en dirección norte a nuestro destino Elounta.
La navegación agradable, gracias a un mar y un clima benigno, hace que tras varias millas de navegación entremos en la bahía de Elounta con la magnifica vista de la isla-fortaleza de Spinalonga a nuestra derecha.

Después de fondear y comer, el Capi nos acerca a los dos nuevos tripulantes con la neumática para que podamos visitar Spinalonga mientras el resto de la tripulación descansa en el Alysio.

Tras la visita y de vuelta al velero nos tomamos nuestros primeros gin-tonics. Cae la noche ofreciéndonos la bella imagen del reflejo de las luces de los locales nocturnos en un mar completamente calmado.
El Capi nos anuncia que el parte meteorológico para el día 8 no tiene buena pinta.


Al día siguiente partimos hacia el norte. A medida que vamos navegando nos encontramos con un mar cada vez mas embravecido. Las olas nos golpean a babor y estribor y tras bordear el cabo de Ag. Ioanis el Capi nos anuncia que hemos de abortar nuestro viaje ya que además de los vientos adversos, el puerto donde teníamos pensado atracar en realidad estaba en dirección opuesta a la que llevábamos.
Volvemos sobre nuestra estela para volver a fondear en las aguas de Elounta, esta vez en la parte sur de la península donde pasamos la tarde a la espera del día siguiente.

Debido a que la meteorología para el día siguiente volvería a sernos adversa decidimos que lo dedicaríamos a visitar la zona de la provincia de Lasithi.




El día 9 desembarcamos en dos viajes con la neumática y tras unos deliciosos frapés en la terraza de una taberna nos acercamos al pueblo. Tras conseguir alquilar un vehículo nos dirigimos hacia el sur. Primera parada en un pueblecito de pescadores llamado Mohlos con sus pequeñas terrazas y en donde las olas rompen con furia creando un magnífico espectáculo de espuma. Después de ver el pequeño puerto del pueblo reanudamos nuestro camino atravesando el interior de la isla por carreteras de montaña hacia el pueblo de Mirtos. Nos detenemos un instante en un punto álgido donde podemos observar los litorales norte y sur de la isla mientras el viento nos azota con furia. Hora de comer y nos detenemos en el pueblo de Kalamafka donde reponemos fuerzas en un pequeño y solitario local. Varios platos deliciosos escogidos por el dueño y unos cafés griegos. 
De vuelta al coche parte del grupo nos decidimos por subir unas escaleras talladas en la montaña para acceder a un pequeño santuario local. Magnífica vista del pueblo. Reanudamos la marcha y a media tarde llegamos a Mirtos, otro encantador pueblo costero en el mar de Libia. Reposo y unos baños en su playa. Se nos echa el tiempo encima y volvemos a nuestro punto de partida por Ieapetra. Ya de noche volvemos con la neumática al Alysio donde tras la cena dormimos con el suave balanceo del mar de fondo.




Día 10 y esta vez el clima (caluroso) sí nos permitirá navegar hacia el oeste de Creta. Objetivo: la isla Dia frente a la costa de Heraklion. Dejamos atrás Elounta y tras bordear el cabo aprovechamos para realizar nuestro primer intento de pesca, el cual resultará infructuoso. A media tarde el Capi, al tener un mínimo viento favorable, moviliza a la tripulación para desplegar la vela. Unos minutos depués se ha de arriar. Lástima, ni vela ni pesca. A medida que nos acercamos a la isla cae la tarde y ante nosotros una bella puesta de Sol nos da la bienvenida a una pequeña calita con un agua cristalina (como en la mayoría de todos los sitios donde fondeamos) donde fondearemos junto a dos barquitos pesqueros preparando sus enseres para el día siguiente. 
Preparando la cena y durante la misma uno de los barcos nos “obsequia” con música tradicional griega y los alegres gritos y cánticos de sus dos tripulantes. ¿Estarán así toda la noche? No, y tras cenar nos percatamos que el agua esta llena de plancton lo cual nos anima a darnos un baño nocturno
y aprovechar la experiencia de vernos rodeados en el agua de pequeños destellos luminosos como si las estrellas estuvieran debajo del agua.




El día 11 después de haber pasado una noche durmiendo en un mar sereno realizamos una pequeña visita a la ermita (con su correspondiente merendero) que hay en la isla (unos se desplazan en la neumática, otros a nado) y a la minúscula playa con capacidad para cinco tumbonas, la cual será ocupada por una numerosa familia a nuestra partida de la isla.

Dejamos la isla Dia poniendo proa en dirección al puerto de Rethimnos. Volvemos a tirar de nuevo la caña, pero tras unas horas la suerte nos da la espalda y hemos de recoger el sedal sin ninguna pieza cobrada.

Unas millas antes de llegar a Rethimnos y con un acusado calor realizamos la petición al Capi de poder darnos un baño en el mar antes de atracar en puerto a lo cual accede amablemente y fondeamos por unos minutos frente a la playa de un pequeño pueblo. Tras este pequeño receso en el camino y una vez hemos sofocado ese calor continuamos hasta nuestro destino. 
Por fin atracamos en el puerto de Rethimnos y una vez nos hemos acicalado la tripulación baja a tierra. Caminamos por el larguísimo paseo marítimo de la localidad hasta alcanzar el restaurante “Vasilis y María” donde después de un tiempo de espera un pelín excesivo cenamos, siendo los últimos en abandonar el local. De vuelta al velero compramos ese hielo necesario para tomarnos las últimas copas del día antes de irnos a dormir.

El día 12 comienza como los anteriores con un Sol de justicia y tras desayunar, Tudi y el Capi se dedican abnegadamente al mantenimiento de barco (revisando el molinete del ancla). La parte de la tripulación que no estuvo en Rethimnos la otra vez empleamos la mañana en visitar la ciudad descrita en artículos anteriores del blog. Mientras Santxo, Carlos y Pili se aplican en conseguir varios artículos para nuestra última comida en el Alysio y el alquiler del coche que al día siguiente nos conducirá al aeropuerto.

Sobre las dos de la tarde nos vamos del puerto de Rethimnos dirección Souda y mientras se prepara la comida insistimos en nuestro tercer y último intento por pescar ese atún que se nos escabulle. Por supuesto no hay dos sin tres y corremos la misma suerte que en las otras ocasiones.

Tras unas horas de navegación, un baño en el mar agarrados a un cabo con una boya al final, y otro intento de navegación a vela infructuoso (lástima el no haber podido experimentar más la sensación de navegar a vela) entramos en la bahía de Souda. Bahía grande donde podemos ver ferrys y algunos barcos de la armada griega a uno y otro lado y, de repente, a un grupo de piragüistas que aparecen por babor y que nos observan entre asombrados y enfadados ya que hemos de maniobrar (sin peligro para su integridad por
supuesto) para esquivarlos.

Ante la perspectiva de un puerto poco favorable para atracar fondeamos al lado de otros dos veleros y tomamos nuestros últimos gin-tonics antes de cenar y pasar la noche en el Alysio.





El día 13 (último día para esta tripulación) se nos fue en ver la zona, los servicios del lugar necesarios, recoger el coche reservado, etc. Ah! Se volvió a soltar la cuerda de arranque del motor de la neumática, obligando en un viaje de tierra a Alysio a usar los remos. Esto ya nos había pasado también el día ese de los múltiples incidentes narrado anteriormente por Santxo, pero entre tantos puntos, se nos olvidó añadir este.
Comimos en Chania, y ya con el coche cargado con las mochilas/bolsas de los seis tripulantes que con pena debían abandonar el Alysio ese día, nos dirigimos a Heraklion. Dejamos a Santxo en el aeropuerto para que cogiera su avión a Atenas, los demás aprovechamos las horas hasta la salida de nuestro vuelo (y llegada de la siguiente tripulación) para acercarnos a Anogia, un pueblo de montaña “muy pueblo”

Como conclusión final  y en lo que todos coincidimos, es que ha sido una semana increíble durante la cual hemos podido disfrutar desde el Alysio de unas preciosas vistas de la costa cretense, de la visión nocturna (relajados y tomándonos un chupito) de un firmamento abarrotado de estrellas y constelaciones, de unos baños en alta mar en unas aguas azules y cristalinas, del dormir acunados por el balanceo provocado en el velero por las olas del mar, de las diversas maniobras que se han de realizar para navegar en un velero y de las variadas tertulias que se formaban entre la maravillosa tripulación del Alysio durante esos momentos de relax o alrededor de una mesa bien surtida.
¿Quién no desearía volver a repetir esta magnífica experiencia?

Ojalá en un futuro no muy lejano.


Carlos + Muñoz brothers

lunes, 16 de septiembre de 2013

Mal-comiendo en el Alysio


Todo el mundo sabe que en otros barcos la chusma se alimenta de bocadillos, pero en el Alysio constatamos que no es así. Abrimos un paréntesis en el blog para denunciar públicamente la alimentación recibida en el barco, que creemos merece una mención gastronautica y fotográfica.
Llegamos a Creta y brevemente despedimos a Amaia en un coche de alquiler, viendo como se esfumaban nuestras ilusiones  por parte de los que ya hemos probado sus habilidades culinarias, pero no,  Santxo toma el relevo y cada vez va dejando el pabellón del Alysio en mejor  posición, se ha atrevido a hacer las proposiciones mas indecentes del Tudi....que en un momento dado  dijo “Quiero PURRUSALDA !!”  si lo que estáis oyendo, esta a sido la proposición de Tudi después de intentar sin exito poner una barbacoa de obra en la popa del barco.

Hemos comido Purrusalda...Salmorejo....Patatas a la riojana...Huevos con Jamón y tomate...entre otras exquisiteces sin comentarios.

Las delicatessen del Alysio
 
Pero  como nunca  llueve a gusto de todos, el chef ha recibido alguna que otra queja de la capitanía, que al parecer  ve algo escaso el racionamiento que debe recibir el almirantazgo, no así la chusma. También ha habido alguna que otra discrepancia sobre si la purrusalda debe llevar este o aquel ingrediente,  cosas en la que la chusma no se mete.

El Capi y Santxo discutiendo sobre el racionamiento
Qué le vamos a hacer, ya sabemos que la cocina de autor guipuzcoana es mas de calidad y diseño que de cantidad, pero para eso están los chocolates y chupitos de las sobremesas.
Carlos & Muñoz Brothers

viernes, 13 de septiembre de 2013

Creta, la isla de doble cara


El 28 de agosto partimos de buena mañana de las traslúcidas aguas de Órmos Kapsáli rumbo al noroeste de Creta, al golfo Gramvoussa.

Desayuno en marcha, la caña dispuesta para el atún y travesía planteada en 2 etapas: Kithera – Antikithera – Creta. La navegación, fundamentalmente, a motor.

Llegamos al mediodía a Antikhitera, isla de 20 habitantes, entre los que se encuentran casi todas las fuerzas vivas: un policía, un maestro, un médico y un tabernero; parece que aquí han prescindido del cura. Desembarco con la gomona en Pótamos, en un puerto de juguete. Tras la exploración básica, volvimos al Aysio a comer… cuando descubrimos un nuevo modo de desembarcar: a nado, con bisera, gafas, ropa, zapatillas y bolsa estanca en mano. Creo que de ésta, podemos prescindir de la dingui, y recuperar la proa como solarium… para llevar nuestras propias chicas velcro.

Tras la comida y los baños, seguimos nuestra travesía… rumbo a Creta, isla cuya fama en el mundo de la navegación no se corresponde con la terrestre. Pero al Alysio no le valen los rumores, requiere de certezas.

Y llegamos, si, al impresionante y espectacular golfo: cimas de altura, dunas rampantes, piedras con barcos encallados, arenas doradas y rosas, aguas cristalinas color turquesa… lugar idílico donde cualquiera quisiera fondear. Pero ya se sabe, deseo y realidad no todas las veces se alinean.
Por tanto, tras varias vueltas al ruedo, pusimos rumbo al este para fondear en Kissamos. La noche fue de las de recordar. Rachas y más rachas de viento, mientras la lámina de agua se convertía en un verdadero balancé.

El 29 doblamos el cabo de la península de Rodopou, cabo con forma de proa de buque mercante, tan bello como amenazador. A primera hora de la tarde llegamos a Kolimvari (L 35º 32’ 9N ; l 23º 46’ 9E), a puerto. Nada más ver el dique exterior del puerto, nos embriagó una felicidad inusitada: oh que bien, dormimos en puerto!!

El 30 navegamos hasta Chania, al sureste del mismo golfo. Chania, antigua capital de Creta, ciudad culta y con vida propia más allá de los turistas, nos recibió en su encantador puerto veneciano. Atracar aquí es como acampar en plena Plaza del Sol en Madrid: lujo e indiscreción a partes iguales. Paseo por el casco viejo, cena al aire libre en el recodo de una calleja, gin-tonic en cubierta y farra.

El 31, sábado, cambio de tripulación y lo que conlleva: papeleo, lavandería, compra, limpieza, gasoil y agua. Llegaban Pili, Carlos y Tudi de Iraklion en coche alquilado, mientras Amaia partía tras 2 meses de navegación. Comida y cena en restaurante, bueno y muy barato.

El 1 de septiembre saltamos a Rethymno, siempre rumbo al este, doblando la península de Akrotiri: base de la OTAN y escenografía de la peli Zorba, el griego. La navegación dura, con mucho mar de fondo y un atraque un tanto complicado: la proa que cae a babor, el muerto que tira que jode, gritos y locura general. Finalmente volvemos a repetir la maniobra en el atraque de al lado… todo OK. La travesía nos ofreció un espectáculo de delfines juguetones que levanta el ánimo a cualquiera… había incluso los que nos aplaudían en proa.


Tras los clásicos gin-tonic en cubierta a la puesta del sol, nos vamos de exploración al bello pueblo turístico de Rethymno. Reminiscencias venecianas (faro, fortaleza, loggia) y turcas (celosías, fuentes, mezquitas) sobre una cartografía de calles estrechas, sombreadas y retorcidas.

El 2 de septiembre el Zybrig no nos trae buenas noticias: viento y mar de fondo, tanto que estuve cogiendo champas (coger olas) en la playa; por tanto, alquilamos coche y moto para explorar la parte suroeste de la isla.

Nuestros objetivos: monasterios, desfiladeros, la playa de Preveli y el mar de Libia. Joseba se hizo con la moto, en solitario, mientras los 5 restantes nos apretujábamos en un Skoda Fabia, pero Eolo se cobró su venganza y nadie quería comprobar el efecto Venturi en el ventoso desfiladero.
 Llegamos tarde al monasterio, pero siguiendo las recomendaciones de la guía nos fuimos a comer al pueblo de Myrthios. Buenas vistas, buena comida y larga sobremesa… tanto, que casi nos vuelven a cerrar el monasterio a la tarde. El monasterio proporcionó agua fresca y poco más, así que fuimos en busca de la playa de Preveli por un camino de cabras. La playa tiene la característica de tener un río con caudal durante todo el año y alberga un palmeral entre sus paredes.

A la vuelta paramos en el pueblo de Spili cuya fuente veneziana tiene caños de leones.

El 3, Juanjo nos abandona al mediodía y la tripu restante (Joseba, Maria, Pili, Carlos, Tudi y yo) ponemos el barco rumbo a la isla Dhía, enfrente de la capital de Creta, Iraklion. La travesía, fundamentalmente a motor.

El fondeo con cabo a tierra en Nisís Dhía se lo debemos agradecer a Pili, que había hallado un pilot casero en un foro. Nos ha sido de gran ayuda, aquí y a lo largo de nuestra singladura cretense. La cala preciosa, ideal para el snorkel, pero justita en términos marítimos, abierta al suroeste nos ofrecía el espectáculo luminoso de la capital.

Al día siguiente saltamos al Golfo de Merambéllou, nuestra esperanza blanca. La travesía por fin fue fundamentalmente a vela, con un través, amurados a babor,pero en sus 35 millas no quiso picar ningún atún.

El golfo tiene varios fondeaderos y el puerto más seguro de la isla, el de Agios Nikolaos.

4 de septiembre, ya fondeados a la gira en Elounda, celebramos el cumple de María con arroz caldoso de calamares y gambas y pasteles!!!

El 5 de septiembre tiene la particularidad de cuántos incidentes y accidentes pueden ocurrir en una sola milla de navegación:
  1. Se atasca el morse (control del motor).
  2. La gomona se da la vuelta y pierde el banco. Maniobra de hombre al agua.
  3. Sale el ancla del molinete y se va al fondo del mar, mientras Tudi intenta frenarla con la mano y Joseba grita como un descosido (malpensados… pensando en la integridad de nuestro jefe de mantenimiento).
  4. Al intentar desembarcar se rompe el motor de la gomona...lo reparamos.
  5. A la hora de comer, recién refondeados, se nos voló toda la vajilla. Por suerte, no hubo bajas entre la porcelana.

A la tarde visitamos la isla-piedra de Spinalonga: fortaleza veneciana (S. XVII y XVIII), turca (S. XIX) leprosería griega (S.XX) y spot turístico (S. XXI) de la zona.
 

El 6 fue un día bien intenso. Madrugamos y desayunamos en marcha, a las 10 entrábamos en el puerto de Agios Nikolaos (punto más al sureste al que llegará el Alysio en su singladura cretense L 35º 11’ 10N; l 25º 42’ 99E) y a las 12 recogíamos el coche, previa visita a capitanía, lavandería… Rosa del Tomtom y el eficiente equipo terrestre, Pili y Carlos, nos llevaron directamente al restaurante seleccionado en la Lonely Planet sobre Iraklion. A la tarde visitamos Knossos, sin comentarios. Volvimos a Iraklion a echarle un ojo al puerto y al capi le dio por callejear descalzo, convirtiéndose en capitán pies negros. Cenamos en una plaza muy animada y nos fuimos todos al coche, a escuchar documentos radiofónicos que María tenía guardados: la vida de Walt Disney… Pasadas unas cuantas horas muertas en el aeropuerto, dejamos a María en la puerta de embarque y recibimos a la tripulación entrante: Nunci y Esteban. A las 2 de la madrugada, iniciábamos el regreso al Alysio con las consabidas instrucciones de Rosa.

Y así Creta nos ha enseñado su doble cara. Una tierra llena de cultura, de historia, de referencias mitológicas, de civilizaciones muertas y vivas, de olivos milenarios, de sierras que superan los 2.000m de altitud (Los Lefka Ori al Oeste, Mount Idi en el Centro y Oros Dikti al Este), cuna de Zeus (Mount Idi, Psiloritis), en cuyas gargantas se forman rachas de viento de 30, 40 o + nudos. Y unos mares (el de Creta al N y el de Libia al S) con pocos abrigos, escasos y abiertos fondeaderos, con mucho mar de fondo, sin vientos térmicos y con rachas de viento nocturno que te alertan sobre el garreo… o te invitan a perderte en el Egeo como Ulises.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Dejamos el Peloponeso

Alysio 2014