Aprovecho unos momentos de travesía a vela para actualizaros la situación que se viene viviendo últimamente en el Alysio. Al estar próximo el término de la singladura de este año, el Almirante se ha puesto serio, firme y de forma muy sutil y sin lugar a equívocos, nos ha dejado claro que hay que acabar con los suministros que quedan en el barco y no ha lugar a compras gastronómicas ociosas. Así que henos aquí en pleno proceso de liquidación y de imaginación de aprovechamiento culinario que sin duda animarían los agotados espíritus del Sr. Arzak, Ferrán Adriá y compañía.
Por otro lado, el Almirante no parece del todo satisfecho con la ésta última tripulación temporal con la que le toca bregar. Ya no sólo le exasperamos con los nudos y demás cordeleria, sino con la “in”disciplina marinera que reina en ocasiones, producto más de un exceso de buena voluntad de la tripulación que de la rebeldía que el oficial al mando pretende asignarnos. Resultado, la degradación a meros engrasadores (de momento) de los Nachos (nuestro excelso pescador y el rutilante y otrora aspirante a guardiamarina)
El pasado Miércoles 8 de Septiembre, amanece en Monemvasia que no es poco, y poco a medida que conversamos en la bañera preparándonos para asaltar la ciudad amurallada, coincidimos y rememoramos una de las ya célebres y sempiternas frases propias del Alysio, Te lo juro, te lo juro y por Dios por Dios, ha sido la peor noche de mi vida. Sin llegar a ser la peor, sí que ha sido movida a pesar de la aparente calma de la Mar cuando nos fuimos a acostar.
Atacamos la ciudad antigua en dos grupos mientras un tercero se dedica, dada la situación in extremis a buscar el gas que tanta falta nos hace y otras provisiones menores. La parte baja de la ciudad muy mona y limpia, es obvio que es objeto de intereses turísticos. Los bares, tiendas chulis, hoteles y apartamentos de alquiler se alternan por las estrechas calles. La parte alta, no tiene las mismas atenciones y mantiene su aspecto ruinoso. Antes de partir del Alysio habíamos acordado una hora a la que encontrarnos en un bar muy puntual, regentado por Juan, un griego largando en castellano (Ostia tú, vasco adoptivo sin ninguna duda) casado al parecer con una navarrica. Lo que iba a ser tomar un pinTXito, y debido a la labia comercial de nuestro anfitrión, se convierte en una señora comida. Pulpo a la brasa, al vino, langostinos a la plancha, boquerones, etc, corren por la mesa abandonándonos el sentimiento “liquidatorio” que había impuesto el Almirante. Hay que decir que las atenciones y detalles del afable Juan fueron únicas y le hacen recomendable para cualquier navegante español que visite el lugar (café KENTPO).
Después del citado almuerzo y dadas las horas a las que conseguimos partir, ponemos rumbo a la próxima Ierakas. Pequeño pueblo de no más 30 habitantes, que goza del privilegio de encontrarse en un refugio natural en el que coinciden la desembocadura de un rio y el mar. La tranquilidad es absoluta. Los fumadores, escasos de materia prima, se muestran nerviosos al saber que Ierakas no es lugar para su vicio y que nadie les suministrará su ansiada dosis de nicotina.
Jueves 9 Septiembre. A la hora de costumbre, levamos ancla y zarpamos, encontramos a la salida de la ria otro velero con pabellón español, tras un inevitable y breve coloquio entre la oficialía de ambos barcos, nos dirigimos hacía la isla de Khinitsa, próxima a la ya continental Porto Kheli. Antes pasamos por la isla privada del señor Niarchos (Spetsopoula). La vida, parece resurgir, pasamos de la tranquilidad y solitud de días anteriores a los movimientos de hidrofoils, lanchas rápidas y demás artefactos que raudos pasan a nuestro lado. Fondeamos en una cala en la que nos rodea el ambiente que fluye en los sitios bien. Casas con embarcadero propio, sus cenadores, luces y jardines con buganvillas, cipreses y demás especies arbóreas. Todo muy “cuqui”.
Thierry
4 comentarios:
Ay amigos ! menos mal que encontrasteis las botellitas esas de Campingas en Mombasa, que si no el Almirante os habria degradado a comer bocadillos el resto del viaje, que de sobra es sabido que esto es lo que se come en el resto de barcos que navegan por el mundo.
Un abrazo, Carlos Ayllon
Mucho predicará el almirante sobre la necesidad de liquidación pero a tenor de la prueba gráfica adjunta en el famoso bar de Juan, a dos carrilos y sin dar a basto!!! Conclusión: o los restos a liquidar son una M.... o es la verdadera degradación general que le empuja voraz a la comida.
Saludos amigos, buena singladura. Me falta el Alysio.
Besos
Maiko
Saludos tripulación!
Si no lo habéis atravesado ya, estaréis a puntito de hacerlo, no? Espero, curioso, el relato.
Patrón, pásame el movil de Maiko, que voy a aceptar la oferta ¡SI, A TODO! de navegar en otoño-invierno en el Eixkire.
Besos y abrazos y disfrutad de la travesía.
Santxo
Upps, el Canal de Corinto!
Santxo
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