Cuando decidí viajar en el Alysio
nunca pensé que descubriría un mundo totalmente distinto de palabras y
sensaciones. Es la primera vez que subo en un barco, yo soy de las que llaman
al cabo cuerda, eso por poner solo un ejemplo, así que ya podéis imaginar la
paciencia que estas almas de Dios han
tenido conmigo.
El barco me recogió en Poros, es una pequeña
isla muy pintoresca y bonita. Me alegró ver que había dos chicas más, Paula y
Conchi, tanto ellas como los chicos Joseba, capitán del barco, Juanjo, lugarteniente,
Ángel marinero de a bordo y Pedro, nada más y nada menos que marido de Conchi,
me recibieron muy bien. A pesar de todo yo estaba bastante intimidada, y comencé
a dudar de que este viaje hubiese sido una buena idea vista la pericia y desenvolvimiento
que tenían los demás. Intenté tranquilizarme y pensé, bueno Victoria, todo lo
más que te puede pasar es que te tiren por la borda, así que tracé un plan y al
día siguiente me puse a fregar como una loca
que era lo único que sabía hacer.
Al día siguiente atravesamos el
famoso canal de Corinto, una obra casi faraónica que según mis cultos
compañeros fue hecha a golpe de pico y barreno a finales del siglo XIX para que
los barcos no tuviesen que rodear el Peloponeso. En el
canal, Paula, una preciosa sirena de tierra firme, decidió darse un
baño. Suponemos que es una de las pocas personas que se han atrevido a bañarse
en este canal.
Día tras día hemos ido atravesando el golfo de Corinto,
Galaxidi, Itea, Delfos, donde visitamos el Templo de Apolo.
Consultamos a su Oráculo,
que nos predijo una larga y próspera vida, tanto para nosotros como para el
Alysio, pero al parecer el Oráculo quiso ponernos a prueba porque al salir de
Delfos con el mar en calma y 20
millas por delante, apareció salida de la nada una
borrasca con fuertes vientos racheados, situación que a mi me pareció realmente
peligrosa, sin embargo el Alysio avanzaba firmemente, contra viento y marea,
gracias a su experimentada tripulación,
Joseba, Juanjo y Ángel, verdaderos lobos de mar donde los haya. Conseguimos
fondear cuando ya había anochecido sin ningún contratiempo, estamos en Trizonia.
Llegamos a Ítaca desde
Messolongi, hemos hecho 40
millas y nos adentramos en el mar Jónico. Itaca, con su
capital Vathi, el Alysio navega poderoso hacia su imponente macizo montañoso.
Itaca, la isla de Ulises, donde esperaba Penélope, su amada, y donde, según la
leyenda, todos los sueños se cumplen, solo hace falta esperar, como Penélope, a
que ellos te alcancen.
Fondeamos en una pequeña cala de
aguas limpias y transparentes, mientras nadamos los peces nos rodean, realmente
esto es el Paraíso, o como dicen los esotéricos, hemos llegado al Nirvana.
EL ALYSIO, UN BARCO TERAPEUTICO.
Esta crónica
está especialmente dirigida a todas las mujeres de cualquier edad y condición,
que estén atravesando una etapa difícil en su vida.
El Alysio es un barco terapéutico.
Cuando llegué a él, traía una pena de amor muy grande, de esas que las mujeres
nos empeñamos en sentir mejor que nadie, y conforme han ido pasando los días,
la pena, se ha ido haciendo más y más pequeña, hasta que ayer por la noche la
eché al mar para que se la comieran los peces. Y es que este barco es muy
grande, surcando el mar va superando todas las dificultades hasta llegar a su
destino. Unas veces a favor de los vientos y otras con el viento en contra,
pero el caso es llegar, igual que en la vida, exactamente igual.
Gracias Ángel, Joseba y Juanjo,
habéis hecho que mi estancia en el barco no solamente haya sido agradable, sino
toda una experiencia, gracias por aguantarme y haberme hecho sentir integrada,
gracias de corazón.
P.D. Así que ya sabéis chicas, no os lo penséis,
¡ah!, otra cosa, les he oído decir en conversación privada, que prefieren
personal sanitario a partir de los 50, sobre todo enfermeras.
Hasta el año que viene Alysio.
Victoria
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