domingo, 13 de octubre de 2013

Seguimos contando


En este bonito y acogedor lugar, tras dejar a Félix  facturado con destino a Atenas. Como quiera que las horas de luz restantes no daban para mucho, el mando decide poner rumbo a Trizonia, única isla habitada de esta parte del Golfo. En poco mas de tres horas cubrimos las caso 20 millas de trayecto. El puerto es un proyecto de marina abandonada donde se mezclan barcos atracados y fondeados de buana calidad y porte con auténtico “chabolismo” naútico, como bien definiría mas tarde nustro compatriota Raimon.



 
Por primera vez, no es broma, nos permitimos el lujazo de comer en una de las tavernas de la parte del puertito pesquero. Sencillo, a la par que sabroso y barato.

La siguiente etapa era llegar a Lepanto (Navtakos), opción que hubo que deshechar debido al viento, contrario a la opción de fondeo en el exterior del mini puerto. Se decide (la oficialidad, que la tropilla no entra en estos asuntos) seguir hasta Misolongi, pasando bajo el impresionante puente de Patras.

Al llegar a la ciudad que vió morir a Lord Byron, el paisaje cambia. La costa pelada y escarpada da paso a zonas de arenal y pantano. La entrada al puerto y marina se hace a través de un canal dragado en los extensos humedales. Una vez en la zona de fondeo entramos en la Marina para saludar a Noe y Raimon, armadores y tripulantes del “Njord”, con quienes cenamos (dos veces en dos días) en una taverna del pueblo.

La siguiente jornada exigía quedarse por los alrededores, ya que Begoñe llegaría a Misolongi al día siguiente. Por ello partimos hacia la isla de Petalas, que está “unida” al continente por un brazo de terreno inundado. La apariencia verdosa de esta semilaguna ,debido al aporte de agua dulce, le da uun aspecto diferente al azul habitual del mar de la zona. Ello no fue obstáculo para el baño de rigor y para comprobar la limpieza de las aguas. En las proximidades pescamos un par de caballas de tamaño reducido, que decidimos limpiar y guardar.


Al día siguiente volvimos sobre nuestro pasos, con una paradita para el baño y aperitivo de rigor en  el canal que separa la despoblada isla de Oxia del continente.

Por cierto, rebuscando en Internet comprobamos que la famosa Batalla de Lepanto se desarrolló al Sur de esta isla, y no en el interior del Golfo de Corinto, como cabría suponer por la localización de la ciudad de Lepanto.

En esta pequeña playa, tras bañarme en agua de mar con jabón, me fue permitido “endulzarme” en la plataforma de baño (jupette para los mas informados), por segunda vez desde que embarcamos en Creta. Ni siquiera esta demostración del mas absoluto respeto hacia la filosofía del patrón fue apreciada en su justa medida.

En el tramo que nos quedaba hasta Misolongi, completamos nuestra despensa con otras tres caballas y una joven llampuga. Fresco, fresco, el pescadito, fue la cena del día a bordo del Alysio.


La proximidad de la visita auguraba cambios de actitud en el todopoderoso, o así nos pareció cuando asomó por el tambucho un ser desconocido, a juzgar por la raya en el pelo.


Con Begoña a bordo, la situación del marmitón-grumete mejoró considerablemente, hasta el punto de atreverme a escribir estas líneas sin miedo al castigo físico a que podía haber sido sometido en otras circunstancias.

Partimos de Misolongi con destino a Itaca pasado el mediodía y fondeamos en una bonita cala del E de la Isla. El lugar es muy bonito y allí nos mantuvimos hasta finalizar el aperitivo de nuestro último día de navegación.


La corta travesía hasta Vathi nos permitió apreciar las playas y el paisaje de esta isla, hogar de Ulises según la prolífica mitología griega.

Atracamos en el puerto y se murió definitivamennte el molinete del ancla. La verdad es que, desde el incidente de la tubería en Kiparissi, la cosa no pintaba nada bien.

A pesar de poder finalizar la maniiobra satisfactoriamente, esto nos deja un sabor algo amargo al tener que abandonar a Begoña y Joseba en esta situación.

Mañana viajamos a Atenas en otro periplo que comenzará a la 13:30 con el Ferry en el puerto de Piso Aetos,  al O de la isla, pasando por Sami en Cefalonia, parada en Patras y bus hasta la capital (21:00).

El año pasado una semana larga nos supo a poco. Este año, dos semanas nos ha sabido a algo menos poco.
Volveremos!!!!!, aunque sea para repetir el módulo de marmitón-grumete (¿Me dejará el patrón anular la convocatoria?)

viernes, 4 de octubre de 2013

Desde Monembasia a Galaxidi



Necesitaba contarlo…Llego a Monembasia  sobre las 23.00 y me vienen a recoger. Al llegar al barco, Joseba: “ No te preocupes.. hay comida de sobra”. Después  de ver las caras hechas un poema después de 15 horas de navegación: Te gusta el arroz con carne? Bueno … el arroz estaba muy bueno, pero ….que si la carne no olía bien, que si tenía casi gusanos… eso decían algunos…. Así que palante! …había hambre. Luego a la cama con las estrellas.

Al día siguiente: Bañito y después la “la pregunta” me puedo duchar con agua dulce? …Todo un poema!.  Joseba sube el labio inferior sobre el superior baja la cabeza  y la mueve de un lado a otro…y una respuesta que apenas se oye…Si!. El resto de la tripu esperando: A este lo pasa por la quilla!!. Y nada agüita dulce para que no se me pegue la camiseta al pecho. Mas tarde tuve conciencia de lo que me jugué con aquella pregunta….No la repetí …por si acaso.

Segunda noche, en Kiparissi. Una ermita preciosa y un alemán pesado….que seguro no le dejaba dormir la bruja (ya me entienden algunos).  Aquí ya empecé a darme cuenta donde me había metido: El patrón der risitas todo el día con la responsable de cocina que si jiji que si jaja, mirando de reojillo a la tropilla….acojonaos nos tenían. Menos mal que ahogábamos nuestras penas con gintonis y Jhonny Cashes (Jack Daniels). Tardo poco el patrón en recriminarnos: Os lo bebéis todo.. no respetaís nada!. Otro día más, no sabía lo que me esperaba. Ingenuo de mí.


Salimos camino de la bahía de Kouverta. La “tropilla”, acojonaos nos tenían!! . Ancla arriba!!!....no te jo.. que no sube y patrás palante,  nada que no subía!! Un ocojone  en la proa! (Recordándolo se me ponen los pelos como escarpias) . Y cuando sube una tubería unida a un madero de unos 2 metros!!. Vamos que ni a propósito. Una vez solucionado el problema, rumbo a la bahía de Kouberta. Uno de la tropilla dice: “ Y si tiramos un aparejo”…y lo tiramos. Luego ocurrió algo sorprendente: PICARON!!. Entonces llegó la transformación del patrón. Lo que voy a contar sucedió como os lo cuento.

De repente un salto de Joseba y se mete en el barco y sale vestido (cuidado si veis que se pone ese pantalón) con un pantalón..por decir algo color crema y muchos restos de pintura y …….UN CUCHILLO AZUL!!! , cuidadín si le veis con ese cuchillo. Una lucha como la del viejo el mar!!. Se va acercando el bonito (era chica) lo sube a la bañera. Entonces le veo esos ojazos (al bonito..cuidado eh?) pero nada arriba y en un plis plas Joseba se abalanza sobre ella y zis zas asunto acabado. La verdad: estaba muy rico. Desde entonces controlé muy mucho donde y en qué manos estaba el cuchillo azul.


Esa misma noche la “tropilla” acabó con la ginebra , con Jhonny Cash  y Scorpions en el Aypad y tuvo que empezar con el Jack Daniels …..es lo que tiene el country. A la mañana siguiente el patrón y haciéndole los coros la responsable de la cocina nos lo echaron en cara.

De Kouverta visitamos Ydra ….que era aquello era como un parking, a ver quién salía y pillaba sitio. Lo mejor…compramos ginebra, había que tener contento al patrón. De allí rumbo a Poros, bonito puerto. Lo mejor: LLENAMOS EL DEPÓSITO DE AGUA!!!, y se nos duchó el capi.



Pasamos la noche en Russian Bay de Poros. Bonito lugar pero el olor..no sé no sé. Allí me aconteció un fenómeno que solo puede ocurrir en un baño de un barco. Tú te entregas a la faena y cuando te pones arriba y abajo con la manivela : agua adentro y agua afuera, zas! Hay algo que no se acaba de ir, cosas de las densidades, que “algo” peso menos que el agua…que si el Principio de Arquimedes…en fin que después de una ardua lucha conseguí mi objetivo y pude dejar el lugar de una manera honorable y limpia. Esa noche  gracias al Bombay Zephire el patrón estuvo  mucho más amable..aunque no se olvidaba del sucedido del Jack Daniels…es un rencoroso. Ah!  .Se me olvidaba…de cena: “ bonito”,  me trae a la memoria la escena de Forrest Gump con su amigo Buba y las gambas : a la plancha, cocidas, con tomate, en sopa…ya sabeis.

De allí pusimos rumbo a Epidauro. Que no se diga que el Alysio no tiene cultura. A la tarde a ver el teatro y las ruinas, muy interesante. Un pope dejó caer una moneda para ver si la escuchábamos en los asientos de arriba y se escuchaba!!. A la vuelta hicimos colada con una señora con un inglés como el de la Botella y cara de no enterarse…pero gracias  a su hijo: ¡sábanas limpias! . Fue una pena, ya no se pondría el capi ese pareo que le quedaba tan bien..ay señor!.

Salimos rumbo a Corinthio, para pasar el Canal. Menos mal que un “tropilla” controla el inglés que si no..Pasamos el canal voces para saludar al personal del puente y rumbo a un sitio muy bonito:  La isla de Alkionides. La isla tiene un monasterio ortodoxo abandonado pero la ermita está muy bien conservada. Dimos un paseo nos arañamos las piernas y de regreso al barco. Una noche preciosa, creo recordar que cenamos arroz con salchichas y …algo de bonito!!. 


Bañito a la mañana y hacia Galaxidi snif! Snif!.. servidor se apea. Último salto al puerto (algunos nos jugamos la vidilla en ellos)… desayuno recogida y hacia el autobús…que penita más grande!!.

Creo que el taller de “tragos” del “Módulo Marmitón” (es la Primera Promoción) del Alysio lo he aprobado, el de proel no sé no sé…Animo Pedro que puedes presentar un trabajo fin de curso!.jejeje!. Seguro que te suben la nota si le enseñas los nudos a la brujilla.

Un abrazo Conchi Pedro y Joseba. Ha sido un placer.

HASTA LA PRÓXIMA

Félix   

domingo, 29 de septiembre de 2013

Un año después



Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que vimos el “Alysio” por primera vez en Chios. Exactamente un año después volvemos a embarcar, esta vez en Souda (Creta), para un par de semanitas de navegación.

De Creta poco podemos hablar. Tras llegar al Aeropuerto de Iraklion a las 01:30 del Sábado, rápida presentación de la tripulación saliente y dos horitas de viaje hasta Souda donde estaba fondeado el barco. Sueño reparador, compras, comida y siesta. Por la tarde, casi anocheciendo, a Xania en autobús de linea para visitar su agradable y acogedor puerto y calles adyacentes, vuelta al barcco, y a dormir, que mañana nos espera una larga travesía.



Y tan larga. Salimos los tres (El Patrón, de todos conocido, Conchi y yo) con no muy buena previsión de viento, pues el augurio era que nos iba a dar en la nariz con cierta intensidad. No comenzó mal la cosa y avanzamos a buén ritmo, dentro del horario previsto para llegar a las 20:00 a Cythera.Cuando ya nos quedaba Anticythera por la aleta de babor comenzaron las calamidades. Lo que debrían haber sido solamente dos horas de viaje restante, merced al incremento de viento y mar, se alarga considerablemente para nuestro “disfrute”. A cambio tenemos ocasión de ver una guapa puesta de sol antes de llegar a las 22:30 a nuestro destino.


Llegamos a Cythera dispuestos a descansar, con suerte en el atraque nocturno, pues la única pareja que paseaba por el muelle nos echó una manita con las amarras. La forma de hacer firme el cabo al noray provocó un gesto conocido por algunos, que consiste en bajar la cabeza, apretar los labios y farfullar por lo bajo (¿De quién hablamos?).


No presagiaba nada bueno y se confirmó a las cuatro de la mañana. Levantar el fondeo, saltar al muelle, soltar amarras y fondear en medio del puerto a luz de  la linterna.

De mañana y con un mar incómodo para estar en el puerto, pero bueno para lo que pretendíamos, vamos para Monemvasia. Este destino no estaba en los planes. De hecho, la idea inicial era subir el Peloponeso por el Oeste, pero la previsión de viento para toda la semana nos hizo modificar  la ruta.

La jornada aunque algo larga, comenzó bien. A vela casi todo el trayecto hasta tener claramente cerca la ciudad vieja de Monemvasía. Esta  vez, al mar y el cambio de viento se sumó un inesperado chubasco que obligó al patrón a hacerse el remolón a la hora de fondear hasta que dejó de llover.

Otra vez disfrutamos de una bonita puesta de sol, antes de bajar a tierra a recoger al cuarto tripulante, Félix que llegaba de Bilbao (perdón, Plencia) vía Atenas y bus al destino.

Y hasta aquí nuestra primera parte de la crónica. Ahora será mi “plimo” el Félix el que continúe narrando las vicisitudes de la “tropilla” en esta tiranía compartida del Patrón y la cocinera “paya”, mientras tratamos de que nos den el aprobado en los módulos de marmitón y grumete.

Nos vemos en Galaxidi!!!!!.



viernes, 27 de septiembre de 2013



3ª SEMANA EN CRETA


 El día 7 nos ponemos en marcha dejando el puerto de Agios Nikolaos en dirección norte a nuestro destino Elounta.
La navegación agradable, gracias a un mar y un clima benigno, hace que tras varias millas de navegación entremos en la bahía de Elounta con la magnifica vista de la isla-fortaleza de Spinalonga a nuestra derecha.

Después de fondear y comer, el Capi nos acerca a los dos nuevos tripulantes con la neumática para que podamos visitar Spinalonga mientras el resto de la tripulación descansa en el Alysio.

Tras la visita y de vuelta al velero nos tomamos nuestros primeros gin-tonics. Cae la noche ofreciéndonos la bella imagen del reflejo de las luces de los locales nocturnos en un mar completamente calmado.
El Capi nos anuncia que el parte meteorológico para el día 8 no tiene buena pinta.


Al día siguiente partimos hacia el norte. A medida que vamos navegando nos encontramos con un mar cada vez mas embravecido. Las olas nos golpean a babor y estribor y tras bordear el cabo de Ag. Ioanis el Capi nos anuncia que hemos de abortar nuestro viaje ya que además de los vientos adversos, el puerto donde teníamos pensado atracar en realidad estaba en dirección opuesta a la que llevábamos.
Volvemos sobre nuestra estela para volver a fondear en las aguas de Elounta, esta vez en la parte sur de la península donde pasamos la tarde a la espera del día siguiente.

Debido a que la meteorología para el día siguiente volvería a sernos adversa decidimos que lo dedicaríamos a visitar la zona de la provincia de Lasithi.




El día 9 desembarcamos en dos viajes con la neumática y tras unos deliciosos frapés en la terraza de una taberna nos acercamos al pueblo. Tras conseguir alquilar un vehículo nos dirigimos hacia el sur. Primera parada en un pueblecito de pescadores llamado Mohlos con sus pequeñas terrazas y en donde las olas rompen con furia creando un magnífico espectáculo de espuma. Después de ver el pequeño puerto del pueblo reanudamos nuestro camino atravesando el interior de la isla por carreteras de montaña hacia el pueblo de Mirtos. Nos detenemos un instante en un punto álgido donde podemos observar los litorales norte y sur de la isla mientras el viento nos azota con furia. Hora de comer y nos detenemos en el pueblo de Kalamafka donde reponemos fuerzas en un pequeño y solitario local. Varios platos deliciosos escogidos por el dueño y unos cafés griegos. 
De vuelta al coche parte del grupo nos decidimos por subir unas escaleras talladas en la montaña para acceder a un pequeño santuario local. Magnífica vista del pueblo. Reanudamos la marcha y a media tarde llegamos a Mirtos, otro encantador pueblo costero en el mar de Libia. Reposo y unos baños en su playa. Se nos echa el tiempo encima y volvemos a nuestro punto de partida por Ieapetra. Ya de noche volvemos con la neumática al Alysio donde tras la cena dormimos con el suave balanceo del mar de fondo.




Día 10 y esta vez el clima (caluroso) sí nos permitirá navegar hacia el oeste de Creta. Objetivo: la isla Dia frente a la costa de Heraklion. Dejamos atrás Elounta y tras bordear el cabo aprovechamos para realizar nuestro primer intento de pesca, el cual resultará infructuoso. A media tarde el Capi, al tener un mínimo viento favorable, moviliza a la tripulación para desplegar la vela. Unos minutos depués se ha de arriar. Lástima, ni vela ni pesca. A medida que nos acercamos a la isla cae la tarde y ante nosotros una bella puesta de Sol nos da la bienvenida a una pequeña calita con un agua cristalina (como en la mayoría de todos los sitios donde fondeamos) donde fondearemos junto a dos barquitos pesqueros preparando sus enseres para el día siguiente. 
Preparando la cena y durante la misma uno de los barcos nos “obsequia” con música tradicional griega y los alegres gritos y cánticos de sus dos tripulantes. ¿Estarán así toda la noche? No, y tras cenar nos percatamos que el agua esta llena de plancton lo cual nos anima a darnos un baño nocturno
y aprovechar la experiencia de vernos rodeados en el agua de pequeños destellos luminosos como si las estrellas estuvieran debajo del agua.




El día 11 después de haber pasado una noche durmiendo en un mar sereno realizamos una pequeña visita a la ermita (con su correspondiente merendero) que hay en la isla (unos se desplazan en la neumática, otros a nado) y a la minúscula playa con capacidad para cinco tumbonas, la cual será ocupada por una numerosa familia a nuestra partida de la isla.

Dejamos la isla Dia poniendo proa en dirección al puerto de Rethimnos. Volvemos a tirar de nuevo la caña, pero tras unas horas la suerte nos da la espalda y hemos de recoger el sedal sin ninguna pieza cobrada.

Unas millas antes de llegar a Rethimnos y con un acusado calor realizamos la petición al Capi de poder darnos un baño en el mar antes de atracar en puerto a lo cual accede amablemente y fondeamos por unos minutos frente a la playa de un pequeño pueblo. Tras este pequeño receso en el camino y una vez hemos sofocado ese calor continuamos hasta nuestro destino. 
Por fin atracamos en el puerto de Rethimnos y una vez nos hemos acicalado la tripulación baja a tierra. Caminamos por el larguísimo paseo marítimo de la localidad hasta alcanzar el restaurante “Vasilis y María” donde después de un tiempo de espera un pelín excesivo cenamos, siendo los últimos en abandonar el local. De vuelta al velero compramos ese hielo necesario para tomarnos las últimas copas del día antes de irnos a dormir.

El día 12 comienza como los anteriores con un Sol de justicia y tras desayunar, Tudi y el Capi se dedican abnegadamente al mantenimiento de barco (revisando el molinete del ancla). La parte de la tripulación que no estuvo en Rethimnos la otra vez empleamos la mañana en visitar la ciudad descrita en artículos anteriores del blog. Mientras Santxo, Carlos y Pili se aplican en conseguir varios artículos para nuestra última comida en el Alysio y el alquiler del coche que al día siguiente nos conducirá al aeropuerto.

Sobre las dos de la tarde nos vamos del puerto de Rethimnos dirección Souda y mientras se prepara la comida insistimos en nuestro tercer y último intento por pescar ese atún que se nos escabulle. Por supuesto no hay dos sin tres y corremos la misma suerte que en las otras ocasiones.

Tras unas horas de navegación, un baño en el mar agarrados a un cabo con una boya al final, y otro intento de navegación a vela infructuoso (lástima el no haber podido experimentar más la sensación de navegar a vela) entramos en la bahía de Souda. Bahía grande donde podemos ver ferrys y algunos barcos de la armada griega a uno y otro lado y, de repente, a un grupo de piragüistas que aparecen por babor y que nos observan entre asombrados y enfadados ya que hemos de maniobrar (sin peligro para su integridad por
supuesto) para esquivarlos.

Ante la perspectiva de un puerto poco favorable para atracar fondeamos al lado de otros dos veleros y tomamos nuestros últimos gin-tonics antes de cenar y pasar la noche en el Alysio.





El día 13 (último día para esta tripulación) se nos fue en ver la zona, los servicios del lugar necesarios, recoger el coche reservado, etc. Ah! Se volvió a soltar la cuerda de arranque del motor de la neumática, obligando en un viaje de tierra a Alysio a usar los remos. Esto ya nos había pasado también el día ese de los múltiples incidentes narrado anteriormente por Santxo, pero entre tantos puntos, se nos olvidó añadir este.
Comimos en Chania, y ya con el coche cargado con las mochilas/bolsas de los seis tripulantes que con pena debían abandonar el Alysio ese día, nos dirigimos a Heraklion. Dejamos a Santxo en el aeropuerto para que cogiera su avión a Atenas, los demás aprovechamos las horas hasta la salida de nuestro vuelo (y llegada de la siguiente tripulación) para acercarnos a Anogia, un pueblo de montaña “muy pueblo”

Como conclusión final  y en lo que todos coincidimos, es que ha sido una semana increíble durante la cual hemos podido disfrutar desde el Alysio de unas preciosas vistas de la costa cretense, de la visión nocturna (relajados y tomándonos un chupito) de un firmamento abarrotado de estrellas y constelaciones, de unos baños en alta mar en unas aguas azules y cristalinas, del dormir acunados por el balanceo provocado en el velero por las olas del mar, de las diversas maniobras que se han de realizar para navegar en un velero y de las variadas tertulias que se formaban entre la maravillosa tripulación del Alysio durante esos momentos de relax o alrededor de una mesa bien surtida.
¿Quién no desearía volver a repetir esta magnífica experiencia?

Ojalá en un futuro no muy lejano.


Carlos + Muñoz brothers

lunes, 16 de septiembre de 2013

Mal-comiendo en el Alysio


Todo el mundo sabe que en otros barcos la chusma se alimenta de bocadillos, pero en el Alysio constatamos que no es así. Abrimos un paréntesis en el blog para denunciar públicamente la alimentación recibida en el barco, que creemos merece una mención gastronautica y fotográfica.
Llegamos a Creta y brevemente despedimos a Amaia en un coche de alquiler, viendo como se esfumaban nuestras ilusiones  por parte de los que ya hemos probado sus habilidades culinarias, pero no,  Santxo toma el relevo y cada vez va dejando el pabellón del Alysio en mejor  posición, se ha atrevido a hacer las proposiciones mas indecentes del Tudi....que en un momento dado  dijo “Quiero PURRUSALDA !!”  si lo que estáis oyendo, esta a sido la proposición de Tudi después de intentar sin exito poner una barbacoa de obra en la popa del barco.

Hemos comido Purrusalda...Salmorejo....Patatas a la riojana...Huevos con Jamón y tomate...entre otras exquisiteces sin comentarios.

Las delicatessen del Alysio
 
Pero  como nunca  llueve a gusto de todos, el chef ha recibido alguna que otra queja de la capitanía, que al parecer  ve algo escaso el racionamiento que debe recibir el almirantazgo, no así la chusma. También ha habido alguna que otra discrepancia sobre si la purrusalda debe llevar este o aquel ingrediente,  cosas en la que la chusma no se mete.

El Capi y Santxo discutiendo sobre el racionamiento
Qué le vamos a hacer, ya sabemos que la cocina de autor guipuzcoana es mas de calidad y diseño que de cantidad, pero para eso están los chocolates y chupitos de las sobremesas.
Carlos & Muñoz Brothers

viernes, 13 de septiembre de 2013

Creta, la isla de doble cara


El 28 de agosto partimos de buena mañana de las traslúcidas aguas de Órmos Kapsáli rumbo al noroeste de Creta, al golfo Gramvoussa.

Desayuno en marcha, la caña dispuesta para el atún y travesía planteada en 2 etapas: Kithera – Antikithera – Creta. La navegación, fundamentalmente, a motor.

Llegamos al mediodía a Antikhitera, isla de 20 habitantes, entre los que se encuentran casi todas las fuerzas vivas: un policía, un maestro, un médico y un tabernero; parece que aquí han prescindido del cura. Desembarco con la gomona en Pótamos, en un puerto de juguete. Tras la exploración básica, volvimos al Aysio a comer… cuando descubrimos un nuevo modo de desembarcar: a nado, con bisera, gafas, ropa, zapatillas y bolsa estanca en mano. Creo que de ésta, podemos prescindir de la dingui, y recuperar la proa como solarium… para llevar nuestras propias chicas velcro.

Tras la comida y los baños, seguimos nuestra travesía… rumbo a Creta, isla cuya fama en el mundo de la navegación no se corresponde con la terrestre. Pero al Alysio no le valen los rumores, requiere de certezas.

Y llegamos, si, al impresionante y espectacular golfo: cimas de altura, dunas rampantes, piedras con barcos encallados, arenas doradas y rosas, aguas cristalinas color turquesa… lugar idílico donde cualquiera quisiera fondear. Pero ya se sabe, deseo y realidad no todas las veces se alinean.
Por tanto, tras varias vueltas al ruedo, pusimos rumbo al este para fondear en Kissamos. La noche fue de las de recordar. Rachas y más rachas de viento, mientras la lámina de agua se convertía en un verdadero balancé.

El 29 doblamos el cabo de la península de Rodopou, cabo con forma de proa de buque mercante, tan bello como amenazador. A primera hora de la tarde llegamos a Kolimvari (L 35º 32’ 9N ; l 23º 46’ 9E), a puerto. Nada más ver el dique exterior del puerto, nos embriagó una felicidad inusitada: oh que bien, dormimos en puerto!!

El 30 navegamos hasta Chania, al sureste del mismo golfo. Chania, antigua capital de Creta, ciudad culta y con vida propia más allá de los turistas, nos recibió en su encantador puerto veneciano. Atracar aquí es como acampar en plena Plaza del Sol en Madrid: lujo e indiscreción a partes iguales. Paseo por el casco viejo, cena al aire libre en el recodo de una calleja, gin-tonic en cubierta y farra.

El 31, sábado, cambio de tripulación y lo que conlleva: papeleo, lavandería, compra, limpieza, gasoil y agua. Llegaban Pili, Carlos y Tudi de Iraklion en coche alquilado, mientras Amaia partía tras 2 meses de navegación. Comida y cena en restaurante, bueno y muy barato.

El 1 de septiembre saltamos a Rethymno, siempre rumbo al este, doblando la península de Akrotiri: base de la OTAN y escenografía de la peli Zorba, el griego. La navegación dura, con mucho mar de fondo y un atraque un tanto complicado: la proa que cae a babor, el muerto que tira que jode, gritos y locura general. Finalmente volvemos a repetir la maniobra en el atraque de al lado… todo OK. La travesía nos ofreció un espectáculo de delfines juguetones que levanta el ánimo a cualquiera… había incluso los que nos aplaudían en proa.


Tras los clásicos gin-tonic en cubierta a la puesta del sol, nos vamos de exploración al bello pueblo turístico de Rethymno. Reminiscencias venecianas (faro, fortaleza, loggia) y turcas (celosías, fuentes, mezquitas) sobre una cartografía de calles estrechas, sombreadas y retorcidas.

El 2 de septiembre el Zybrig no nos trae buenas noticias: viento y mar de fondo, tanto que estuve cogiendo champas (coger olas) en la playa; por tanto, alquilamos coche y moto para explorar la parte suroeste de la isla.

Nuestros objetivos: monasterios, desfiladeros, la playa de Preveli y el mar de Libia. Joseba se hizo con la moto, en solitario, mientras los 5 restantes nos apretujábamos en un Skoda Fabia, pero Eolo se cobró su venganza y nadie quería comprobar el efecto Venturi en el ventoso desfiladero.
 Llegamos tarde al monasterio, pero siguiendo las recomendaciones de la guía nos fuimos a comer al pueblo de Myrthios. Buenas vistas, buena comida y larga sobremesa… tanto, que casi nos vuelven a cerrar el monasterio a la tarde. El monasterio proporcionó agua fresca y poco más, así que fuimos en busca de la playa de Preveli por un camino de cabras. La playa tiene la característica de tener un río con caudal durante todo el año y alberga un palmeral entre sus paredes.

A la vuelta paramos en el pueblo de Spili cuya fuente veneziana tiene caños de leones.

El 3, Juanjo nos abandona al mediodía y la tripu restante (Joseba, Maria, Pili, Carlos, Tudi y yo) ponemos el barco rumbo a la isla Dhía, enfrente de la capital de Creta, Iraklion. La travesía, fundamentalmente a motor.

El fondeo con cabo a tierra en Nisís Dhía se lo debemos agradecer a Pili, que había hallado un pilot casero en un foro. Nos ha sido de gran ayuda, aquí y a lo largo de nuestra singladura cretense. La cala preciosa, ideal para el snorkel, pero justita en términos marítimos, abierta al suroeste nos ofrecía el espectáculo luminoso de la capital.

Al día siguiente saltamos al Golfo de Merambéllou, nuestra esperanza blanca. La travesía por fin fue fundamentalmente a vela, con un través, amurados a babor,pero en sus 35 millas no quiso picar ningún atún.

El golfo tiene varios fondeaderos y el puerto más seguro de la isla, el de Agios Nikolaos.

4 de septiembre, ya fondeados a la gira en Elounda, celebramos el cumple de María con arroz caldoso de calamares y gambas y pasteles!!!

El 5 de septiembre tiene la particularidad de cuántos incidentes y accidentes pueden ocurrir en una sola milla de navegación:
  1. Se atasca el morse (control del motor).
  2. La gomona se da la vuelta y pierde el banco. Maniobra de hombre al agua.
  3. Sale el ancla del molinete y se va al fondo del mar, mientras Tudi intenta frenarla con la mano y Joseba grita como un descosido (malpensados… pensando en la integridad de nuestro jefe de mantenimiento).
  4. Al intentar desembarcar se rompe el motor de la gomona...lo reparamos.
  5. A la hora de comer, recién refondeados, se nos voló toda la vajilla. Por suerte, no hubo bajas entre la porcelana.

A la tarde visitamos la isla-piedra de Spinalonga: fortaleza veneciana (S. XVII y XVIII), turca (S. XIX) leprosería griega (S.XX) y spot turístico (S. XXI) de la zona.
 

El 6 fue un día bien intenso. Madrugamos y desayunamos en marcha, a las 10 entrábamos en el puerto de Agios Nikolaos (punto más al sureste al que llegará el Alysio en su singladura cretense L 35º 11’ 10N; l 25º 42’ 99E) y a las 12 recogíamos el coche, previa visita a capitanía, lavandería… Rosa del Tomtom y el eficiente equipo terrestre, Pili y Carlos, nos llevaron directamente al restaurante seleccionado en la Lonely Planet sobre Iraklion. A la tarde visitamos Knossos, sin comentarios. Volvimos a Iraklion a echarle un ojo al puerto y al capi le dio por callejear descalzo, convirtiéndose en capitán pies negros. Cenamos en una plaza muy animada y nos fuimos todos al coche, a escuchar documentos radiofónicos que María tenía guardados: la vida de Walt Disney… Pasadas unas cuantas horas muertas en el aeropuerto, dejamos a María en la puerta de embarque y recibimos a la tripulación entrante: Nunci y Esteban. A las 2 de la madrugada, iniciábamos el regreso al Alysio con las consabidas instrucciones de Rosa.

Y así Creta nos ha enseñado su doble cara. Una tierra llena de cultura, de historia, de referencias mitológicas, de civilizaciones muertas y vivas, de olivos milenarios, de sierras que superan los 2.000m de altitud (Los Lefka Ori al Oeste, Mount Idi en el Centro y Oros Dikti al Este), cuna de Zeus (Mount Idi, Psiloritis), en cuyas gargantas se forman rachas de viento de 30, 40 o + nudos. Y unos mares (el de Creta al N y el de Libia al S) con pocos abrigos, escasos y abiertos fondeaderos, con mucho mar de fondo, sin vientos térmicos y con rachas de viento nocturno que te alertan sobre el garreo… o te invitan a perderte en el Egeo como Ulises.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Dejamos el Peloponeso

miércoles, 28 de agosto de 2013

Mi viaje por el Jónico en el Alisio (7-22 de agosto)


O Alysio, como dice Joseba. Buena señal el nombre para una hija adoptiva de las islas en las que estos vientos soplan, como yo. Y necesitada de buenas señales iba, porque saber, saber…poco sabía de cómo sería el viaje. Y apenas había navegado, nunca de esa manera. Había decidido lanzarme a la aventura, dejarme llevar.
E hice bien. Pisamos tierra griega en el aeropuerto de Atenas y tras unas horas de autobús local, hice parada en Delfos. Allí me sorprendieron el sonido de las cigarras y el olor intenso de los pinos. Las ruinas son bonitas, sobre todo por su enclave con vistas a los montes y al mar…pero ninguna mención al oráculo. Sí al dios Apolo por quien fueron levantadas estas piedras.
Esperando otro bus local conocí a Begoña y a Ana, con quienes bajé hasta Itea, donde nos esperaban el barco y el resto de la tripulación: el capi Joseba, Amaia y Juanjo. Decidimos comer en el puerto. Había cierta alarma por si era vegetariana (¿?). No me apresuré a desmentirlo pidiendo mi primera ensalada griega en lugar de kebab de cordero.
Y ahí empezó la travesía. Tardé en acostumbrarme a que el suelo se moviera y a esa “falta de estabilidad” que dan las olas y el viento. Pero gracias a la amabilidad del resto de los tripulantes, que seguro estaban más preocupados que yo de cómo me fuera a sentar, pude disfrutar del aire y el mar tumbada en cubierta.
Navegamos por el golfo de Corinto rumbo al Jónico. Al caer la noche llegamos a un pequeño puerto en el que atracamos, en la isla de Trizonia. Había unas pocas casas blancas con contraventanas de color, una iglesia y varios chiringuitos junto al mar, de ambiente marinero y sencillo. Poca luz, amarilla, todo me recordaba a la película de Mamma Mía, rodada en una de las islas del Egeo. Quizá también el cansancio del viaje y la falta de sueño, la sensación era de irrealidad, de fantasía, de desubicación. Y junto al mar cenamos. Sardinas, calamares, queso frito… Todo delicioso. Y descubrí que las infusiones para acabar la cena en Grecia no se llevan. La respuesta a mi petición de una camomille fue: caliente????? Pero me encanta la sandía, postre griego por excelencia, al menos en verano.
La primera noche durmiendo mecida por las olas del mar fue otra nueva y bonita experiencia. Se descansa fenomenal, a pesar de la falta de espacio en el camarote.
A la mañana siguiente paramos en Lepanto, con su bonito puerto y sus murallas. Bajamos en gomona hasta la playa, donde la gente tomaba el sol y se bañaba. Yo me sentía como “de los invasores”, pero nadie pareció extrañarse de que desembarcáramos entre toallas y dejáramos allá la gomona para caminar por el pueblo! Calles estrechas y restaurantes con vistas al mar, buganvillas…La gente muy amable. Volvimos nadando, gracias a que Juanjo se prestó a remar hasta el barco con todas nuestras pertenencias.
Todo lo que narro para mí resultaba ¡una aventura continua! Era todo novedoso, divertido.
También continuar travesía y las maniobras: velas, cabos, nudos…Yo no tenía ni idea, así que me prestaba a tirar de cuerda, para lo que no se necesita mucha ciencia.
Y navegar sólo contemplando el mar, azul oscuro, escuchando sus sonidos, las olas, el viento, las velas, sintiendo la caricia de la brisa en el cuerpo…es completo, total.
Vimos el canal de Patrás y su puente.

Por la tarde entramos en un puerto con casas al borde del agua, con embarcaderos en la puerta y mucha vida en la orilla: los niños jugando, la gente reunida charlando, preparando la cena. Allí fondeamos y, aunque el agua era más turbia, como de marisma, salió a saludarnos una tortuga y nos hizo compañía durante unas horas.
O fue aquélla la noche en que fondeamos en una cala paradisíaca de Itaca? Una de tantas otras noches que me esperaban? Aguas transparentes, verde-azuladas, en las que nos zambullimos desnudos. Temperatura ideal. Luces rosas del atardecer. Verdor en la tierra cercana, desde la que nos llegaba el canto de las cigarras. Noche sin luna sembrada de estrellas. Gin-tonic. Buena compañía. Buena cena. Estrellas fugaces. Deseos? Yo ya no pido, pero que sean. Sueño mecidos por las olas. Qué es la vida? Qué la buena vida sino ésto? Tras mi segunda y tercera jornadas marineras sabía que había hecho bien en ir.
Creo que fue al día siguiente cuando nos encontramos con un barco amigo, valenciano, el Nan. Con Vicente, Lourdes y Toni y los hijos de estos últimos: Angela y Lucas. Y la algarabía, la energía y la alegría de la juventud muy joven! Acabó la paz!
Esos días navegamos acompañados de delfines. Unos seis u ocho, en grupos más pequeños. Me encantó verlos asomar su aleta dorsal y esconderla, saltar, emerger y volver a sumergirse en una bonita coreografía. Paramos en una calita preciosa a darnos un baño y comer mientras los contemplábamos. También vimos Skorpio, y nos bañamos en sus aguas, espiados por los ojos vigilantes de la seguridad de la isla. Es preciosa, parece un juguete. Verdísima, con una perfecta combinación de matorral bajo, árboles de copas redondas y cipreses moteados alzándose verticalmente desafiando la gravedad.
Y las cigarras cantando. Allí donde nos acercábamos a tierra nos re-encontrábamos con su sonido.

Llegamos a la isla de Lefkada, a Vliho, donde paramos para realizar una consulta mecánica. Es el puerto en el que descansa el Alisio tras la larga temporada de navegación. Allí vive también su mecánico, Takis. Conocerlo resultó toda una experiencia. Estábamos atracando en su sitio, delante de su oficina, por decisión del capitán, Joseba, tanto nuestro barco como el Nan, cuando aparece una figura menuda, con manos y pies gigantes, pelo largo cano recogido en coleta, piel tiznada por el sol…Fuerza bruta…Sin hablar, haciendo ademanes para que no atracáramos allí sino donde él indicaba, con evidente malestar. El resto era silencio y quietud…Las personas ni pestañeamos. El viento no soplaba y no creo que hubiera ni olas…Respeto. Pedazo de griego! Qué personaje! Tras la corta maniobra, abreviada por su pericia y la formalidad con la que respondimos, derechito subió al barco. Silencioso, mirada al frente, nada/nadie a su izquierda; nada/nadie a su derecha, sin distracciones ni entretenimientos, derechito al capitán. Duelo de titanes/lobos de mar: Takis el griego/Joseba Iparaguirre. Suerte que necesitaban intérprete, Juanjo, que en una lengua que no era la materna de ninguno, el inglés, se hacía entender. Y suerte que yo estaba allí y, aunque nadie me hacía caso, tampoco parecía molestar, así que me quedé a contemplar al griego de cerca y a escuchar el diálogo mediado: El griego que si comprar inversor nuevo, imposible sólo pieza porque vienen en paquete y ha cambiado la casa que las fabrica y son más grandes; el bilbaíno de valencia que nada de cambiar el inversor y gastar ese pastón, que en Valencia conoce gente que le hace el apaño. Y tras palabras para aquí y para allá se acuerda que, de todas formas, el griego mirará el motor y dará su veredicto. La escena repetida: nada/nadie a la derecha; nada/nadie a la izquierda, derechito el griego va al motor. Tras unos minutos ¡aparece con una sonrisa! Definitivamente, a mí este griego me gusta! El veredicto es favorable, el inversor necesita un ajuste pero aguantará. Se cierran la reparación y el duelo con cerveza. Cerveza que toman los dos gigantes no sabemos cómo ni dónde porque eso también es cosa de ellos. Total, los de la izquierda y derecha tampoco estábamos antes, existíamos? Genial, me encanta este griego.

Y también la recuperada experiencia del agua dulce sin límite para la ducha, al estar conectados a la de ¡Takis!
La cena en una localidad cercana fue otra vivencia griega muy interesante: una carnicería en la que elegir lo que quieres comer, una parrilla llena de carne de distintos tipos, y montones de mesas, grandes, llenas de griegos, en familia, esperando para cenar. Y más que esperamos nosotros! Porque dan prioridad a los locales. Me gustó mezclarme con los del lugar y observarlos: hombres y mujeres aparte. Muchas de ellas con vestidos largos y llamativos. Ellos con ese montón de pelo que nace en mitad de la frente, que se estrecha. Y esa pose, esa altivez. Y son super amables, pero tienen una forma de hablar también algo seca, orgullosa.
Estos son lugares a los que no llega un turista, bonitos rincones que descubrí con los tripulantes del Alisio.
A la mañana siguiente nos despedimos de Begoña y Ana, que volvían a España. Y disfrutamos de una mañana novedosa, a pesar de su cotidianidad. Desayunamos café frapé y bollería local en una “bakery”, limpiamos el barco, compramos comida y bebida e hicimos colada en el puerto. El lugar tampoco tenía desperdicio: chatarrería de barcos donde estaban los cascos fuera de su húmedo elemento, algunos en proceso de reparación o de pintura, otros totalmente abandonados. Y un lodge: elevado a unos dos metros del suelo un barco transformado en la vivienda de unos ingleses, con la “piscina” habilitada como sala chill-out ibicenca, con mosquitera y montones de cojines para tumbarse en ellos y contemplar atardeceres. Estupendo. En realidad, para vivir e, incluso para ser felices, necesitamos mucho menos de lo que pensamos.
En la misma chatarrería encontramos un baño, ducha, y una habitación con 2 lavadoras a fichas. La llave: debajo de un ladrillo. Un clásico. Y, subiendo las escaleras, la solana: un espacio con columnas de cemento, como pendiente de ser terminado, con alambres extendidos entre las columnas a modo de tendedero. Por eso hacer la colada fue tan nuevo e interesante para mí, que ya llevo unas cuantas! Ahora, tender y recoger lo tendido con el solajero calentándote la cabeza era una tortura. Y es que en Grecia en agosto sólo se está a gusto navegando y en el agua!
Así que por la tarde volvimos a navegar, a desplegar velas, a escuchar las olas, el viento, a sentir la brisa y el agua en la piel…a seguir regocijando los sentidos. Contentos con el motor como nuevo, la despensa llena y también el depósito de agua, y la promesa de ducha dulce diaria…un lujazo.
Seguimos la navegación rodeando Itaca, parando en sus calas a nadar, hacer snorkel, o bajar a tierra para ver diversos pueblos.
Otro atractivo de la travesía: las paradas. Llegbáamos a algún lugar, baño. Desnudos. Al mediodía cervecita o clara, con patatas fritas. Comidita. Preparada por Amaia con mucho cariño, excepcional cocinera. Al atardecer gin-tonic. Y baño de agua y estrellas. O de luna. Y el silencio interrumpido sólo por el oleaje y, a veces, por las cigarras. Uno se acostumbra rápido a estos pequeños placeres que viajar en el Alisio lleva consigo.
Lo cierto es que se mezclan los días y los lugares. Una noche nos despedimos del Nan, que volvía a Valencia, y fuimos hacia Zakynthos a recoger a nuestros nuevos tripulantes. Larga travesía de tarde para llegar a las cuevas de Zakynthos al atardecer, fabulosas.


Paredes de piedra clara, con grandes agujeros en los que se introducía el mar azul turquesa. Fondeamos junto a una pared, en compañía de dos grandes barcos italianos, uno a cada lado. O el de estribor era inglés? La velada fue tranquila, estábamos solos los cuatro, y cotilleamos las vidas de nuestros vecinos. Un poco, mero entretenimiento. El barco de babor tenía una biblioteca impresionante que fue la envidia de nuestro capitán. La noche espléndida. La quietud, la pared de piedra reflejando la luz de las estrellas, el mar también de espejo. Nos fuimos a dormir con la promesa de un baño matutino en las cuevas. Pero a la una de la madrugada el mar nos despertó. Agitado, enfadado. Ni pizca de viento. El Alisio subía y bajaba con la fuerza de las olas, acercándose y alejándose de la pared de piedra que ahora resultaba amenazante. Los barcos vecinos ya recogiendo los cabos a tierra para salir, y el ancla. Nosotros preparados para maniobra. Y el capi al timón. Y el motor no arranca. Y baja a probar el arranque de emergencia. Y tampoco arranca. Los vecinos, que ya no parecen vecinos sino ajenos desconocidos, se alejan y nos dejan a nuestra suerte. Sorpresa! Yo creí que existía de veras lo de la solidaridad entre la gente del mar! Al final no sé cómo el motor despertó y salimos de allí. Decisión del capi: navegar de noche haciendo guardias y nueva visita a Takis. Y recoger allí a nuestros nuevos compañeros. 
Me tocó la guardia de la mañana, a partir de las 6, con Juanjo, ventajas de ser novata! Y, como no hay mal que por bien no venga, pudimos contemplar un bonito amanecer, con la isla de Atokos emergiendo del agua rodeada de luz rosada.
De nuevo en casa Takis, cansados, la jornada resultó similar: compra-colada-agua dulce. Comida en la tabernuqui: sardinas, calamares, pulpo, ensalada griega, cervecita alpha…Los nuevos tripulantes: Nieves, Julen y Mª Jesús. Mucho más versados que yo en las artes de la vela y el mar y con muchas más jornadas marineras a sus espaldas.
Con todo solucionado de nuevo seguimos travesía hacia el sur: Cefalonia y de nuevo Itaca, aunque esta vez con el sonido de la canción de Lluis Llach que Nieves llevaba en su iphone, coreada a voz en grito por todos, Vathi de Itaca donde bajamos a compra souvenirs y helados… Kefallonia, y de nuevo Zakynthos donde por fin hicimos snorkel entrando y saliendo de las cuevas… Calas fabulosas, navegación con vela, o con motor, más baños de ola, y cervecitas, y patatas y gin-tonic y pistachos.
Y más noches con baño alumbrados por una luna grande y redonda, y amarilla como un queso.

En una travesía por la mañana el capi soltó el anzuelo y…pescamos un atún! Fue alucinante. La habilidad con que Joseba recogía la cuerda, sacaba al pez del agua, lo mataba. Más tarde cómo lo partían y separaban los lomos, las ventrescas…Y saborearlo acompañado de cantidades enormes de cebolla pochada y tan bien cocinado por Amaia…Otra aventura fabulosa.
Los últimos días de mi viaje hicimos bajada a tierra en varios lugares: en la capital de Zakynthos para comprar. Me hicieron gracia las jugueterías que mostraban su entrada con un playmobil gigante. Y en la bahía de Pylos, donde fondeamos un par de noches. Maravillosas aguas cristalinas, peces y algas, la luz de los atardeceres, la luna llena…no me canso de repetirlo. Pero es que es un goce. Una mañana bajamos para caminar rodeando una laguna, bañarnos en una playa de agua verde turquesa como caribeña, y subir hasta unas cuevas naturales y las ruinas de un castillo. La jornada fue espectacular. Desde arriba podían contemplarse el mar abierto, la pequeña playa, las marismas, unas salinas abandonadas, el verdor de los olivos, los restos de la muralla de piedra… Una gran variedad de escenarios en uno solo. La subida fue dura por la hora: ya cascaba el sol. La bajada nos regaló nubes y algo de brisa, y nos recompusimos. Con el baño posterior en el mar como nuevos. Y comimos el fresquito y riquísimo atún. Alguien ha disfrutado de mejores vacaciones?
En Pylos, pequeño y encantador pueblito de mar, también se visita el castillo. Y es lo que hice en mi última jornada en Grecia. El castillo merece la pena: muy bien conservado, en un emplazamiento inmejorable, con vistas a la bahía, al mar abierto, a acantilados de aguas oscuras…Con una mezquita en restauración, con buganvillas trepando sus paredes…Con varias salas de exposiciones o videos…Y los pinos con su verde olor y las cigarras con su cantar, que salieron a despedirme igual que me dieron la bienvenida a tierras griegas.
No me gustan los viajes ni las despedidas. Así que mejor breves. Dejé el Alisio y a su tripulación preparados para comer. Mesa y compañía que disfruté y echo de menos. Que tengáis una buena travesía y sigáis disfrutando de lo que mares y tierras griegos, la navegación y el Alisio ofrecen a todos vuestros sentidos, que es mucho. Y de la aventura, porque aunque la ruta sea repetida nunca la experiencia, no en el mar.
Elena

Alysio 2014