jueves, 2 de julio de 2009

Sibenik, Parque Nacional de Krka y la ausencia de Hennessy











Domingo 28: La continua lluvia aborta nuestro intento de desembarcar de nuevo para ver Trogir de día y muy a nuestro pesar, pronto nos alejamos hacía un nuevo destino; el Parque Natural de Krka para conocer sus famosas cascadas. Afortunadamente, dada la orografía del lugar y otros aconteceres, estaremos obligados a pasar previamente por Sibenik. Aunque esta ciudad no se promociona como destino turístico, probablemente por la sombra que le genera la proximidad del Parque Nacional, el centro urbano disfruta de una catedral extraordinaria y una red de calles y plazas trazadas en los siglos XV y XVI. Creo que no se le hace justicia y merece la pena incluir su visita en cualquier itinerario. La catedral de nombre Sveti Jakova (en honor a Santiago) es la maravilla de la Costa Dalmata. El friso que la rodea se encuentra adornado con 71 rostros de ciudadanos de a pie, de todo tipo y condición. Es famosa por ser la iglesia más grande del mundo construida exclusivamente con piedra, sin ladrillos ni soporte alguno de madera.
El acceso a Sibenik se hace a través de un estrecho canal, custodiado en uno de los lados por un faro con un semáforo que regula el tránsito de las grandes embarcaciones y en el otro lado por una fortaleza de ladrillo ya abandonada y cuyo interior visitaremos al día siguiente a nuestra vuelta del Parque Nacional. Dormimos en una cala a la entrada del canal.
Lunes 29: Ascendemos por el río Krka aproximadamente unas 6 millas, antes de llegar al pueblo de Skadrin, de donde parten los barcos que forzosamente hay que coger para acceder al Parque. Nuestra llegada es evidentemente bajo lluvia, está vez más fuerte e intensa que en otras ocasiones. Tal y como dice el refrán: Si no puedes con tu enemigo, únete a él, así lo hicimos, así que todos nos bañamos sin que cuatro mil gotas por metro cuadrado y por segundo, nos arredrasen. Al final, y supongo que por los gritos que dábamos, fuimos imitados por el pasaje de algún otro velero próximo al nuestro. La sensación es única y deberíais probarla. La imagen de las gotas de lluvia rebotando sobre la superficie permanecerá por mucho tiempo en la retina.
Al atardecer, la lluvia cesa y el ambiente se vuelve de lo más placentero. Bajamos a tierra para informarnos de la mecánica de acceso al parque y los horarios, además de visitar el pequeño pueblo que nos acoge. El horario de visitas y el sistema “sacadineroalosturistas” que tiene instaurado el estado croata nos vuelve a sorprender y permutamos (acertadamente según mi humilde saber) la visita al Parque por una cena de cordero y ternera a la campana, en un asador del pueblo. Muy bueno a excepción del rascagargantas de vino tinto que nos dieron. Ay, donde esté un buen Don Simón que se quite lo demás. Vuelta al barco en la neumática, pero eso sí, por tandas respetando el cupo de aforo de la susodicha embarcación. No queríamos que nuestro insigne Almirante fuera de nuevo duramente amonestado por la Policija de la Kapitanija del lugar, tal y como le había ocurrido esa misma tarde.
Permitidme que, en este momento, haga un alto en la narración y os haga partícipes de un luctuoso suceso que acaeció esa misma noche. Con profundo dolor os transmito nuestra amarga tristeza por la pérdida de un compañero de fatigas que desde el inicio del viaje ha estado formando parte de nosotros y que desgraciadamente nos ha abandonado de forma silenciosa, tal y como llegó. No tenemos la más mínima duda que sin él el viaje no hubiera sido igual. Las alegres sobremesas y veladas con que nos gratificaba, no serán las mismas sin su presencia, desde aquí unas breves palabras de agradecimiento y recuerdo de todos. Adiós a Hennessy, nuestro inestimable coñac.
Martes 30: Amanece de nuevo y alegría y alborozo en toda la nao, es el cumpleaños de nuestro insigne, afamado y único almirante que tan bien dirige nuestros designios y que con mano firme y recia sujeta fuertemente el timón para llevarnos a buen puerto. Celebramos el evento con los agasajos y cantos oportunos y después del desayuno, levamos anclas. Después de comer donde la noche anterior habíamos fondeado, hacemos un alto en la fortaleza que antes cité y posteriormente nos dirigimos a la isla de Kakan donde dormiremos. El buen tiempo se ha aliado con nosotros.

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