Los planes para el día de la llegada de la Armadora, se concentran en dirigirnos hasta la isla de Alicudi, pasando antes por las islas de Panarea, Salina y Filicudi, para finalmente dar el salto hasta las islas Egades, próximas a Trapani, lo que supondrá travesía nocturna. Pero antes de llegar a ese final, poneros al tanto de algún que otro acontecimiento a bordo.
Por un lado, el ya avisado conflicto atunil, en el que la armadora con más que buen criterio impuso su opinión y que no era otro, que darle salida a la mojama que con tanto recelo, y tal cual ocurría en la película del señor de los anillos, el comandante atesoraba egoístamente. Aunque con cierta reticencia, cedió a la petición de la tripulación y pudimos disfrutar de parte de una de las tres mojamas que están a bordo. El toque mágico de Amaia en la cocina, combinando la mojama con tomate seco, alcaparras, aceite y algún que otro condimento, elevó el sabor a su máxima expresión. No hemos terminado con ella (la mojama) y estamos esperando ya la próxima y pronta oportunidad de volver a probarla. Este acontecer nos dará juego para renombrar a nuestro querido Alysio como el nuevo Mojama DOS, para disgusto de su patrón.
Por otro lado, que sepáis los antiguos y nuevos tripulantes, que la etiqueta en el barco, se ha modificado y como tal cual pobladores de las Hebridas o Tahiti, el pareo se ha impuesto como ropa diaria, tanto a efectos laborales como de etiqueta. Eso si, no vale cualquier pareo de esos que tenemos por casa, son específicos, sólo son aceptados aquellos que tengan dibujos de salamandras.
En nuestra travesía, hacemos un alto para comer fondeados en Panarea, al lado de una supermotora de bandera española y banderín de Galicia, rápidamente nuestras mentes empiezan a asignar la propiedad de la nao a un tal señor Amancio Ortega. Nos dirigimos a Salina fondeando y pasando la noche, También tenemos aquí medusas, pocas, pero haberlas haylas.
Amanece (Lunes 19) y después del consabido baño, hacemos escala en la población de Sta María para avituallarnos. Bonito sitio, y exquisitamente limpio para los cánones italianos. Entre el condumio adquirido, nos hacemos con anchoas, a las que de nuevo Amaia les sacará el máximo sabor, mientras disfrutamos de ellas en la isla de Filicudi. Después del reposo, partimos hacía Alicudi. Sorprendente, la población se encuentra esparcida en sus inclinadas laderas, que no hacen sospechar otra cosa y tener la certeza que sus pobladores deben tener corazón recio y gemelos a la par para superar semejantes desniveles.
El ocaso llega y como despedida de las Eolicas, un grupo de delfines varían su trayectoria y como indicándonos el rumbo a seguir para llegar a las Egades, permanecen a nuestro costado durante un rato. Espectacular.
Con mar de fondo y la noche iluminada por un cuarto creciente de la Luna, asumimos el bamboleo del Alysio, que de forma determinada y segura, se apresta a acercarnos a nuestro nuevo destino: Las islas Egades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario