martes, 13 de julio de 2010
¡ A por ellos...!
El grumete y Juan Fran nos dejaron ayer muy de madrugada.
Rosa y Angel (el que suscribe) habíamos llegado al Alysio la tarde anterior y todo lo habíamos encontrado como hacía un año. Allí estaban todos, más una chica muy maja que no conocíamos (Mayalen… ¿se escribe así?). Reímos durante y después de la cena con las anécdotas del Grumete, que ya ha sido aceptado en la cena con el resto de la tripulación. No sin mucha pena despedimos a ambos de madrugada en el puerto de Ischia.
Como si su marcha hubiera sido una premonición de algún desastre, natural o antinatural, inmediatamente en la mañana supimos que el dichoso alternador del año pasado había dejado de funcionar. El Almirante y Juanjo pusieron manos a la obra y el resto de la tripulación, no del todo aún conscientes de la desgracia – la inocencia del desconocimiento -, nos bañamos y solazamos en una cala invadida por lugareños con barcos motorizados que pasaban el sábado placidamente, lo que contrastaba con el sudor y las manos grasientas del Almirante y Juanjo. Decididamente no se pudo arreglar, pero lo peor fue saber que el alternador de repuesto tampoco cumplía su función. Hubimos de buscar atraque en puerto cercano para cargar baterías, pues ya estábamos un poco justos. He de decir que ante estas penurias la alegría y la buena comida no faltaron en ningún momento - ¡estamos de vacaciones! ¿no? -. Recogimos, de nuevo en Ischia, una nueva tripulante (Mariaje) y nos movimos en busca de puerto. Pudimos encontrar cobijo (y electricidad) en Baia, frente a Nápoles, aunque en principio no estaba claro que nos admitieran (¡deme algo siñurito, deme algo, qui lu hagu pur nu roba! Hoy hemos dormido aquí y esta noche lo haremos otra vez, esperando a que mañana lunes hagamos una incursión en tierras del reino de Nápoles y en algún lugar nos arreglen el – los – dichosos alternadores. Ya algunos están pensando en excursiones por los alrededores, en ferry claro. La vida del marinero en puerto es dura, ya se sabe… el aburrimiento, los múltiples vicios derivados del no hacer nada, las rencillas y pendencias…. Veremos que pasa, de momento la moral sigue alta y aún no se ha atisbado ningún intento de amotinamiento a bordo, con linchamiento del almirante y quema del barco – y del alternador – , ni nada de eso. Aún estamos relativamente tranquilos.
Ahora mismo, domingo tarde día 11, aquí, varados en puerto enemigo, buena parte de la tripulación duerme la siesta plácidamente después de la buena comida. que como siempre nos ha ofrecido Amaia, y prepara animosa lo que ha de ser el momento más importante en la vida del país de estos años… ¿si?: ¡La gran final!, que veremos en alguna de las pizzerías frente al Alysio y seguro que animados por los italianos del lugar ¿si?.
Aquí, entre la tripulación, se han organizado apuestas y supongo que, para llevarnos la contraria a los más forofos, las apuestas están repartidas. Es la historia de siempre de las dos Españas: los afrancesados y los que no, los germanófilos y los que no, los que esto y los que lo otro… ¡siempre igual!.
Hoy es: los “patrios” y los de con Flandes… ¡A por ellos… oé, oé, oe´!.
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