viernes, 23 de julio de 2010
VULCANO – SALINA – STROMBOLI – LAMEDUSA (15 – 18 Julio)
Los señores López y humilde servidor arribamos finalmente a Milazzo el pasado Jueves día 15, y gracias a un ferry logramos reunirnos a primeras horas de una “calda” tarde con la paciente tripulación del ya conocido e insigne Alysio. Como bien sabeis a través de los relatos de nuestro antecesor Sr. D. Angel, logramos hacer cumbre en la cima de Vulcano. Prestos, más bien por la exigue luz solar existente que por ganas de bajar, descendimos y previo pacto con el resto de la tripulación que no había ascendido al volcán ese día, y que no citaremos para no deshonrarles, dimonos el consiguiente festín pizzero de bienvenida y despedida, a tenor de los cambios de tripulación que se iban a producir en los días siguientes.
A primera hora de la mañana (Viernes 16), Rosa y Angel, partieron hacia Milazzo y la tripulación se redujo, en un quinto. Pusimos rumbo a Salina pasando antes por Lipari. Mucho Sol y mucha temperatura, pero al parecer no tanto con en suelo patrio. Al atardecer llegamos al Sur de Salina, fondeamos en un pequeño pueblo dividido en dos partes, la de abajo, donde se encuentra el puerto y la de arriba, donde se desarrollan el resto de actividades. El puerto, con apenas cabida para los ferries mostraba aún lo que en su momento fue sin duda el núcleo urbano original, con no más allá de diez o doce recoletas casas, con acceso directo a la playa a donde arribaban las pequeñas embarcaciones marineras de sus antiguos propietarios.
Aunque al parecer y por lo que nos han contado, lo intento con gran tesón a lo largo de toda su estancia en el barco, Maialen, no encontraría aquí tampoco su lugar de esparcimiento y alternancia nocturna. A la mañana siguiente (Sabado 17 Julio) y con un horario más intempestivo que el de D. Angel y señora, Maialen y Mariaje se alejaron de su flotante vivienda temporal y regresaron a la bulliciosa Bilbao a la espantosa velocidad que los modernos medios de transporte de hoy en día permiten y que tanto desubican al personal.
Los ahora prácticamente recién llegados, ante una tasa de abandono que estábamos viendo tan incruenta y que suponía no menos del 40% de la capacidad del barco en menos de dos dias, no comprendíamos a que venía esa huida e interiormente nos recorría un escalofrío, pensando si acaso las formas y procederes de la comandancia del barco podían ser las causas de tanta escapada. Pero no. pronto vimos que los deberes de esta sociedad actual nos impone (vamos, que se les acabaron las vacaciones) y no otros eran el origen del abandono. Las cosas estaban y funcionaban tan bien como en años anteriores. Las disensiones sindicalistas que surgieron pronto fueron acalladas y todo el mundo se puso en su sitio.
Después de esta partida, pusimos rumbo a Stromboli, pasando y parando brevemente en Panarea. Stromboli, isla que muchos hemos conocido en nuestra otrora juventud por la obra de Julio Verne, no deja indiferente a nadie. Su forma conoidal, es espectacular y surge majestuosa y gallarda sobre la superficie marina. Aunque nos recibió con fumarolas, no hubo explosiones de magma, ni la lava se atisbo en lugar alguno. Fondeamos en su más que coqueta y limpia “capital”, de estrechas callejuelas en las que no tienen cabida vehículos más allá que algún otro ciclomotor o motocarro reconvertido en exótico taxi.
Henos aquí, que al anochecer, los sres Lopez y servidor de vdes. ansían conocer la villa en cuestión y previo visto bueno del almirante que accedió a nuestros ruegos, afrontamos la aventura de acercarnos a la playa más próxima con la inestimable ayuda de la ya famosa “gomona” tan servicial y útil como el querido Alysio. Pero ¡¡ay¡¡ de nosotros, el destino nos aguarda cual retorticero malandrín tras una esquina, y cuando arribamos a la playa descubrimos nuestro sino. ¿Quién tiene el “hombre al agua”? Yo no, yo tampoco, pues yo no tengo ni idea. El vil instrumento que permite la puesta en marcha del motor había desaparecido y nuestro regreso al barco, entrañaba las más razonables dudas. No hay nada que temer. Decidimos visitar el pueblo y mientras íbamos pensando en la solución, que aparecería en la misma playa que nos vio derrotados a nuestra llegada. Somos marinos y por tanto hombres con soluciones. Un cachito de plástico al que todos apreciamos y tenemos en nuestras oraciones diarias nos permitió el digno regreso a la embarcación Madre.
A la mañana siguiente (Domingo 18), llegaría la armadora después de un viaje francamente educativo sobre la situación ferroviaria italiana. La nueva tripulación esperábamos ansiosos sus llegadas para que dirimiera en una más que importante cuestión atunil, pero eso es lo dejamos para la próxima narración.
En el título figura LAMEDUSA, por favor no confundir con la isla de Lampedusa. No hemos ido a otro sitio, simplemente ha sido un juego de palabras para describiros, la existencia de medusas en todas las islas y que pertinazmente nos restringían (no impedían) nuestros baños. Han surgido diferentes comentarios, de donde viene y a donde van, porque hay tantas ahora, etc, finalmente, recurriremos al Sr. Google para ver si puede arrojarnos alguna luz sobre la existencia de tan inconvenientes compañeras marinas.
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