lunes, 22 de agosto de 2011

Atrapados por Eolo





Desde nuestra llegada al Egeo a través del Canal, el viento no nos ha faltado. Nos permitió llegar a Atenas con relativa comodidad, viento moderado con rachas fuertes entre el través y descuartelar, Eolo ya mostraba sus intenciones futuras.

El Alysio llegó a Atenas cual patera: tripulación entrante y saliente además del primero y segunda de a bordo habituales. Teniendo en cuenta la intensidad del viento, el capi se temía un atraque de esos que dan espectáculo, pero no, la tripulación siempre tan esforzada y atenta (ejem, ejem…) se coordinó a las mil maravillas y ejecutó las órdenes con destreza marinera. Se resisten un poco los “ballestrinques”, hay quien tiene dificultades en pasar la ISO en las tareas de limpieza, a veces los cabos (de tierra) se mueven allá donde el/la timonela de turno no desean… nimiedades. Del Alysio las tripulaciones noveles desembarcan convertidas en “brazos de mar”, en sus casas se asomarán a la ventana para olfatear el viento, cuidarán de no tirar nada hacia barlovento y cualquier cosilla que hayan de atar, lo harán practicando los dichosos nudos que tanto costó aprender.

Resumiendo, unos que llegan, otros que se van y algunos que se quedan, limpieza, supercompra (se nos olvidó la ginebra…qué tragedia) y cenorrio en tierra.

El domingo, partimos de Atenas con intención de llegar hasta una bahía que se sitúa antes del Cabo Sounion. Este cabo es conocido por hallarse en su cima el templo a Poseidón, muy popular por un anuncio de yogour que daban en la tele, la grandeza de Poseidón degradada por la multinacional de turno… Viento del NE muy racheado y fuerte, con dos “pañuelicos” hacíamos 7 nudos. Con la bahía en cuestión por la banda de babor, el capi propuso seguir un poco más, remontar el referido cabo y buscar abrigo en alguno de los puertos que se sitúan más al norte. Pero, oh pero… Eolo quería mostrarnos su poderío, el viento llegaba a 40 nudos, rociones para todos, el capi dijo que aquello era temporal, suerte que venía de tierra y la fuerza de la mar no alcanzaba las cotas que corresponden a tal viento.

Amaia: “¡Allííí veo una bahía con muchos velerooos!” Nuestra salvación, fondeamos con 75 metros de cadena por la proa que nos aguanta a las mil maravillas. Al fondeadero van llegando más y más barcos. La noche se antoja movidita pero tenemos la suerte de disfrutar de una visión inmejorable del templo, de saborear unos suculentos spaghetti del inagotable recetario de “intendentzia”, contemplar un cielo repleto de estrellas donde la vía láctea se observa nítidamente y para completar el cuadro, el templo iluminado, ¿qué más se puede pedir? Que el capi no pretenda incluir todo esto como “extra”.

Y aquí seguimos, el viento sigue soplando todo el día, rugiendo más bien y escoltados por Poseidón, esperamos a que mañana amaine un poco y podamos seguir nuestra ruta hacia Evia no sin antes pasar ante Maratón.

¡Cuánta historia!

Maiko

1 comentario:

juanito dijo...

K suerte cuando esta Maiko siempre hay viento.
Salu2 y buenos baños (los de la bañera no cuentan je, je)

Alysio 2014