jueves, 20 de junio de 2013

Canakkale - 8 de Junio

Puf!!!!!, ya estoy incorporado a la rutina diaria y se me hace harto difícil y doloroso recordar los tan cercanos días que acabo de disfrutar un año más a bordo de nuestro querido Alysio.  A pesar de que al igual que a sus tripulantes, el paso de los años le van pasando factura, una vez más ha dado su DO de pecho llegando a alcanzar fronteras que no hace mucho eran impensables. Sí, ya se que me adelanto a los hechos, pero no puedo reprimirme desde ya en informaros que hemos llegado a navegar por el Mar Negro.

Antes de empezar a relataros esta parte del viaje y dados los avatares sufridos por el Alysio, quiero por una parte:

1º agradecer a la tripulación anterior, los sufrimientos padecidos durante las reparaciones del barco y que los ha mantenido en “dique seco” durante una semana en Atenas hasta que se solucionaron los problemas y agradecimiento por sus esfuerzos para que el barco estuviera en el punto de salida esperado (Isla de Skiatos) lo que les supuso realizar una travesía de unas 170 millas naúticas sin parar.

2º pedir perdón a los seguidores del blog, (que me consta no sólo se reducen a las tripulaciones pasadas, presentes y futuras sino lectores externos a este grupo que usan nuestras experiencias como referencia para intentar lograr las suyas propias)  por el desfase que se está produciendo este año entre el momento en el que acontecen los hechos y en el que se reflejan los mismos en el blog. Espero que las tripulaciones siguientes corrijan esta mala tendencia y actualicen puntualmente sus vivencias.

Siguiendo el relato de Angel, comentaros que desde la capital de la isla de origen volcanico Limnos (Mirina) nos dirigimos directamente hacía el estrecho de Dardanelos y de ahí a Canakkale (77 millas).


El estrecho de Dardanelos se encuentra entre Europa y Asia. La ciudad de Troya se encontraba en la entrada occidental del estrecho. Además durante la 1ª Guerra Mundial las tropas británicas, francesas, australianas y neozelandesas intentaron sin éxito arrebatar el control del estrecho a los turcos en la conocida batalla de Gallipoli. Sendos monumentos a la entrada del Estrecho rememoran  para ambos bandos y bajo el indiferente y abigarrado transito de buques mercantes, tan trágicos días. 




Desde la entrada del Estrecho hasta Canakkale (39º47'N - 0º31'E) hay unas 13 millas que recorrimos por el lateral asiático con la clara intención de minimizar los efectos de la corriente marítima en nuestra contra y no interrumpir la rapida ascensión de los mercantes que venían por detras.

 Çanakkale y Estambul son las únicas provincias turcas que tienen territorio en dos continentes (Europa y Asia). El Harbour Master nos dirigió directamente a la Marina Canakkale en donde a base de los correspondientes abonos de las interminables partidas de gestiones y conceptos que de forma escalonada esgrimían las autoridades del puerto conseguimos finalmente acceder a tierra Turca. En el intervalo en el que se resolvían los trámites, podíamos circular libremente por la marina que se ubica en el paseo maritimo de la ciudad, si bien estabamos aislados del quehacer cotidiano de los ciudadanos de Canakkale por una pequeña valla en la que nos apostamos para observar a nuestros nuevos vecinos que sin ataduras paseaban y disfrutaban delante de nuestras narices.







Durante ese período de tiempo en el que nos encontrábamos en tierra de nadie, surgió una de las anécdotas del viaje que perduraría y afloraría repetidamente durante toda la travesía. En nuestro afán de comunicarnos con el exterior, rápidamente nos hicimos con las contraseñas para utilizar en nuestros móviles tan ansiado Whasapp. Si bien las limitaciones físicas pueden impedir escribir mensajes extensos siempre existe la opción de utilizar el micrófono para que el propio aparato transcriba lo dictado. Esta posibilidad desconocida para uno de los tripulantes y que le agrado notablemente cuando se la dimos a conocer, nos reportaría multitud de momentos agradables recordando como el mentado tripulante puso en práctica el dictado. En nuestra memoria perdura la pose del tripulante hablando con gestos grandilocuentes al móvil, al que se dirigía cual avezada secretaria sin que éste se percatara que esa posibilidad de dictado tiene su limite y hacía tiempo que lo había agotado, pero seguía pretendíendo plasmar las experiencias más nimias a pesar que el aparato se había desconectado. 

Conseguidos los papeles que legalmente reconocían nuestra legal entrada en el país y dadas las horas nocturnas en las que nos encontrábamos nos lanzamos a la búsqueda de un restaurante que nos agradara a la totalidad de la tripulación y que por supuesto tuviera cerveza. Como en ocasiones el hambre es mala consejera, entramos en el primero que nos satisfizo sin percatarnos que las cercanías había multitud de restaurantes que hubieran cumplido mucho mejor su papel y nuestras ansias gastronómicas.

La larga travesía paso su factura y rápidamente nos retiramos para al día siguiente hacer las compras de avituallamiento oportunas, después de comer partir hacía un nuevo y próximo horizonte, que se materializaría en alcanzar Gelibolu (Galipoli) 

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Alysio 2014