domingo, 23 de junio de 2013



Gelibolu – Isla Pasalimani y la fábrica de Medusas (45 millas)
Tras un nuevo amanecer ponemos rumbo hacia la isla de Pasalimani y entramos en el tan ansiado por conocer, Mar de Mármara. Como todos sabéis, es un mar interior que une las aguas del mar Negro y del mar Egeo. Tiene unas dimensiones de unos 200 km de largo por 75 de ancho. 
Hay dos grupos de islas principales, denominadas Islas Príncipe y de Mármara. La isla de Pasalimani a la que nos dirigimos, se encuentra entre las islas de este segundo grupo.

Una vez pasado el estrecho de Dardanelos, rápidamente nos volvemos a dar cuenta que nos encontramos en plena ruta de mercantes, a cual más ansioso por llegar a su destino y que no dudan en acelerar y en adelantarse unos a otros cual carrera de fórmula uno. Dado nuestro minúsculo tamaño ante semejantes mastodontes del mar y al igual que hicimos en el estrecho, nuestra navegación discurrirá en el lateral de la ruta, hasta que abandonamos la misma y nos dirigimos directamente hacía Pasalimani.




Dado que el viento predominante es del Noreste, lo tenemos aproado lo que impone el uso del motor. Si, ya sabemos que se pueden usar los bordos en zig-zag yendo a vela. Pero la distancia a recorrer nos limita nuestras fantasía de querer rememorar a los grandes marinos. A estas alturas y dado el innumerable nº de horas del que se ha hecho uso del motor, desde la “reparación” en Atenas, nuestra confianza en el mismo y en su rendimiento es absoluta y al Supremo se le nota cierto relax al respecto de la mecánica. Hoy nuestra intención es fondear en lo que parecía una estupenda cala, de escasa profundidad en la que se encuentra ubicada la pequeña población de Pasalimani. Apenas estamos entrando en la susodicha cala, bastante más grande de lo que se podría deducir mirando los mapas, y nuestro gozo de bañarnos en aguas transparentes, se torna en algo imposible que desde entonces será una constante en nuestra etapa por Turquía. Acabamos de descubrir donde está la fabrica de medusas que inundan nuestras costas levantinas y del Sol. No deis más vueltas, ni hagáis más cavilaciones al respecto. Las medusas se crian en las islas de Mármara. Jamás hemos visto tal densidad por metro cuadrado y durante tan amplia superficie, tan desagradables y odiados bichejos. No exagero si os digo que por metro cuadrado, no había menos de diez medusas. Blancas, grandes. Además el color del agua (si pensamos que estamos hablando de una profundidad de unos ocho metros, en ocasiones de hasta tan solo cuatro),  se alejaba bastante de la idílica transparencia del Mar Egeo. 

No es que el tiempo nos haya acompañado durante esta singladura, de hecho por las noches nos arropábamos con un saco de dormir encima de las sabanas. Aunque se agradecía la experiencia, no ha dejado de ser un hecho inusitado comparado con todos los años anteriores que he navegado en el Alysio por Grecia,  pero además del factor tiempo, tener que tener en cuenta este “animalejo” nos reduciría nuestros baños drásticamente, de hecho no recuerdo que desde el inicio de la subida por el estrecho de Dardanelos nos hubiéramos vuelto a bañar en el mar y tampoco lo haríamos durante todo el resto de nuestro viaje.

Atravesamos la cala y llegamos a la diminuta población de Pasalimani, el fondeo no convence al Supremo y unánimemente giramos 180 grados y nos volvemos por donde vinimos con la intención de rodear la isla por el sur, para llegar 8 millas más allá a otro fondeadero en una población con un sugerente nombre que por su entonación parece más hawaiano que turco: Balikli.
Ahora sí, dado que íbamos con tiempo y que el viento sopla a nuestro favor, desplegamos velas y no nos importó hacer cuantos bordos fueron necesarios para llegar a nuestro destino. Nuestro animoso capitán, nos incita a trabajar los bordos, manteniéndose él a una distancia prudencial delegando la maniobra en una tripulación más llena de dudas que de capacidad de reacción. Obviamente el Supremo retomó el mando y marcó las directrices oportunas para poder arribar con luz, sino todavía estaríamos intentando llegar a la orilla

La población de Balikli, todavía más pequeña que la de Pasalimani, está conectada por ferry con el continente. Para el diminuto tamaño de la villa, cuya población sin duda entraba varias veces sin dificultad en uno sólo de los ferries que acudían, nos sorprendió el número de llegadas de éstos que llegamos a ver. Si bien por la noche, no hubo movimiento alguno la respecto, lo que facilitó nuestro dormir, hasta el bien conocido momento en el que el muecín y con la megafonía del pueblo volvió a sobresaltarnos con su oración de madrugada. Pues nada media vuelta y a volver a dormir. Al día siguiente nos espera la isla de Mármara y su población con el mismo nombre.

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Alysio 2014