Gelibolu – Isla Pasalimani y la fábrica de Medusas (45
millas)
Tras un nuevo
amanecer ponemos rumbo hacia la isla de Pasalimani y entramos en el tan ansiado
por conocer, Mar de Mármara. Como todos sabéis, es
un mar interior
que une las aguas del mar Negro y del mar
Egeo. Tiene unas dimensiones de unos 200 km de
largo por 75 de ancho.
Hay dos grupos de islas principales,
denominadas Islas Príncipe y de Mármara. La isla de Pasalimani a la que nos
dirigimos, se encuentra entre las islas de este segundo grupo.
Una vez pasado el estrecho de
Dardanelos, rápidamente nos volvemos a dar cuenta que nos encontramos en plena
ruta de mercantes, a cual más ansioso por llegar a su destino y que no dudan en
acelerar y en adelantarse unos a otros cual carrera de fórmula uno. Dado
nuestro minúsculo tamaño ante semejantes mastodontes del mar y al igual que
hicimos en el estrecho, nuestra navegación discurrirá en el lateral de la ruta,
hasta que abandonamos la misma y nos dirigimos directamente hacía Pasalimani.
Dado que el viento predominante es
del Noreste, lo tenemos aproado lo que impone el uso del motor. Si, ya sabemos
que se pueden usar los bordos en zig-zag yendo a vela. Pero la distancia a
recorrer nos limita nuestras fantasía de querer rememorar a los grandes
marinos. A estas alturas y dado el innumerable nº de horas del que se ha hecho
uso del motor, desde la “reparación” en Atenas, nuestra confianza en el mismo y
en su rendimiento es absoluta y al Supremo se le nota cierto relax al respecto
de la mecánica. Hoy nuestra intención es fondear en lo que parecía una
estupenda cala, de escasa profundidad en la que se encuentra ubicada la pequeña
población de Pasalimani. Apenas estamos entrando en la susodicha cala, bastante
más grande de lo que se podría deducir mirando los mapas, y nuestro gozo de
bañarnos en aguas transparentes, se torna en algo imposible que desde entonces
será una constante en nuestra etapa por Turquía. Acabamos de descubrir donde
está la fabrica de medusas que inundan nuestras costas levantinas y del Sol. No
deis más vueltas, ni hagáis más cavilaciones al respecto. Las medusas se crian
en las islas de Mármara. Jamás hemos visto tal densidad por metro cuadrado y
durante tan amplia superficie, tan desagradables y odiados bichejos. No exagero
si os digo que por metro cuadrado, no había menos de diez medusas. Blancas, grandes.
Además el color del agua (si pensamos que estamos hablando de una profundidad
de unos ocho metros, en ocasiones de hasta tan solo cuatro), se alejaba bastante de la idílica
transparencia del Mar Egeo.
No es que el tiempo nos haya
acompañado durante esta singladura, de hecho por las noches nos arropábamos con
un saco de dormir encima de las sabanas. Aunque se agradecía la experiencia, no
ha dejado de ser un hecho inusitado comparado con todos los años anteriores que
he navegado en el Alysio por Grecia, pero
además del factor tiempo, tener que tener en cuenta este “animalejo” nos
reduciría nuestros baños drásticamente, de hecho no recuerdo que desde el
inicio de la subida por el estrecho de Dardanelos nos hubiéramos vuelto a bañar
en el mar y tampoco lo haríamos durante todo el resto de nuestro viaje.
Atravesamos la cala y llegamos a la
diminuta población de Pasalimani, el fondeo no convence al Supremo y unánimemente
giramos 180 grados y nos volvemos por donde vinimos con la intención de rodear
la isla por el sur, para llegar 8 millas más allá a otro fondeadero en una
población con un sugerente nombre que por su entonación parece más hawaiano que
turco: Balikli.
Ahora sí, dado que íbamos con
tiempo y que el viento sopla a nuestro favor, desplegamos velas y no nos
importó hacer cuantos bordos fueron necesarios para llegar a nuestro destino.
Nuestro animoso capitán, nos incita a trabajar los bordos, manteniéndose él a
una distancia prudencial delegando la maniobra en una tripulación más llena de
dudas que de capacidad de reacción. Obviamente el Supremo retomó el mando y
marcó las directrices oportunas para poder arribar con luz, sino todavía
estaríamos intentando llegar a la orilla
La población de Balikli, todavía
más pequeña que la de Pasalimani, está conectada por ferry con el continente.
Para el diminuto tamaño de la villa, cuya población sin duda entraba varias veces sin dificultad en uno sólo de los ferries que acudían, nos sorprendió el número de llegadas de éstos que llegamos a ver. Si bien por la noche, no hubo movimiento alguno la respecto,
lo que facilitó nuestro dormir, hasta el bien conocido momento en el que el muecín
y con la megafonía del pueblo volvió a sobresaltarnos con su oración de
madrugada. Pues nada media vuelta y a volver a dormir. Al día siguiente nos
espera la isla de Mármara y su población con el mismo nombre.
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