Ya había llegado la mañana del séptimo día, aunque mejor
no pensar en lo poco que ya nos queda… Al despertarnos y salir afuera, volvemos a quedar increíblemente sorprendidas
del sitio tan asombroso en el que estamos, y es que aunque cuando llegamos a
los sitios a última hora de la tarde todavía hay luz suficiente para verlo todo,
es por las mañanas cuando podemos ver completamente cómo son los lugares en donde
fondeamos, y éste parecía imposible que pudiera existir. Levantarse por la mañana y ver aquel paisaje era todo un privilegio.
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San Nicolás. Impresionante |
La mañana pasó
volando baño tras baño. Nos acercamos con la gomona hasta un pequeño islote a
unos 300 m con Thierry que nos acompañó remando. Él ya lo había visitado a
primera hora de la mañana con Juanfran y Álvaro pero se ofreció a volver con
nosotras. Estas aguas sí que nos dejaron sin habla, completamente
transparentes, verdes… además con sólo echar un vistazo podías ver un montón de
peces de todos los tamaños.
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El islote desde el Alysio... |
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...con aguas cristalinas... |
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...precioso todo tanto dentro como fuera del agua |
Dimos una
vuelta por el mini islote, y como en muchos otros sitios que habíamos visitado, aquí también había una capilla medio abandonada. Después de darnos un chapuzón y ver toda la belleza que había en aquellas aguas
volvimos a la embarcación. Y el último baño de la mañana fue un poco
obligado, o más bien completamente obligado y además inesperado porque una mano
inocente, la de nuestro patrón, me dio un ligero empujoncito…
¡inocente por supuesto! Pero mejor no hacer enemistades con los superiores no
sea que no te dejen volver al barco para próximas oportunidades, así que en
seguida firmamos la paz.
También hubo
visita al “Nan”, y más tarde se acercaron ellos a devolvernos la visita, lo que
no se logró fue hacer el cambio de la problemática correa del alternador que nos habían traído ellos, con lo que quedamos como estábamos.
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Relajados navegando dirección Lefkada |
Después de la
comida nos aproximamos a Lefkada que era donde teníamos que dejar a Álvaro al
día siguiente ya que iniciaba el regreso a la civilización. Y durante el viaje pasamos cerca de la isla de Skorpios (http://es.wikipedia.org/wiki/Skorpios),
una “pequeña” propiedad privada con un imponente yate fondeado, posesión todo ello de
una rica heredera rusa. La isla muy bonita, por lo menos de lejos, porque
dado que estaba controlada por todos los lados para que nadie se
aproximara era imposible verla desde cerca; lo que tiene ser rico… Aunque
ya se sabe que quien más tiene más necesita.
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Isla de Skorpios |
Fondeamos
cerca de Lefkada para pasar la noche, en Varko, y con nosotros también el “Nan”; aunque
tuvimos que escapar de los alrededores de una pequeña y coqueta playa estilo ibicenco con tumbonas
y un chiringuito, porque el volumen de la música que tenían puesta ya no era
tolerado por nuestros oídos después de la tranquilidad que habíamos tenido
los días anteriores.
La primera tarea que tuvo que hacer el capitán una vez que ya habíamos fondeado fue darle un buen afeitado a nuestro compañero Santxo que quería dejar
de tener aspecto de náufrago. En realidad él prefería que lo hubiera afeitado el
barbero de Vathi, pero para su disgusto el barbero en cuestión, debido al poco trabajo que tenía decidió dejar el
oficio para meterse a monje, abandonando a su escasa pero fiel clientela. Con lo
cual la opción que le quedaba a nuestro camarada era recurrir a Joseba que
afortunadamente para nosotros se adaptaba a todo, y hay que reconocerle que con
mucho arte dejó a Santxo impecable y ahora podía lucir su esplendorosa sonrisa sin que la barba le molestara. Y ya puestos se hizo un lavado
y planchado completo que por cierto nos dio bastante envidia a los demás, puesto
que dados los problemas que estábamos teniendo con el sistema de agua dulce simplemente
pronunciar la palabra ducha era arriesgado, así que muy
prudentemente evitamos hacer preguntas al respecto y nos limitamos a mirar con
envidia a nuestro compañero, aunque es verdad que se la merecía porque a sus
baños en el mar no había faltado ningún día pero el agua dulce la racionaba
escrupulosamente en cuanto al tema ducha se trataba.
No tanta envidia y sí un poco de pena nos dio sin embargo que Álvaro pudiera disponer del agua dulce para asearse porque en este caso era debido a que al día siguiente nos dejaba...
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Llegando a Varko... |
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...y preparándonos para fondear |
Esa noche
tuvimos de invitados después de la cena a los tripulantes del “Nan” para
compartir los escasos chupitos de Jack Daniels que nos quedaban, ya que que
nuestra despensa estaba bajo mínimos de todo. Su compañía se agradecía pero también el hielo que nos trajeron y que nosotros ya no teníamos.
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Nuestros vecinos del "Nan" ya anocheciendo |
Y algunos nos fuimos más pronto que otras veces para la cama porque aparte del cansancio de todo el día, a la mañana siguiente tocaba madrugar un poco más que otras veces.
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