Después de una noche muy tranquila tocó
madrugón, teníamos que llegar al puerto de Lefkada
para dejar a nuestro querido compañero Álvaro, así que a las seis comenzó a sonar el
motor que nos despertó. El sol empezaba a
salir pero hoy no empezábamos el día como los demás, daba mucha pena que se nos fuera
el estupendo piloto en prácticas con el que nos habíamos reido tanto. Casi todos nos
quedamos en el camarote más o menos durmiendo, era un viaje a motor para que
Álvaro llegara a tiempo, acabé volviendo a quedarme dormida y sino hubiera sido
por Susana ni siquiera me hubiera podido despedir de lejos porque habíamos atracado y él ya estaba en tierra, no todos estábamos
despiertos y no quiso que nos levantáramos, así que le mando el fuerte abrazo que se merecía como despedida por todos los buenos momentos que nos hizo pasar durante el tiempo que navegamos con él .
Espero que en algún momento volvamos a coincidir en el Alysio
porque fue un excelente compañero de viaje. Las despedidas nunca son
agradables y menos cuando sabes que la propia también se acerca...
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Álvaro concentrado pilotando en días anteriores |
Con mucha pena nuestro amigo se había ido pero todavía quedaban
dos días por delante y no se podía desaprovechar ni un instante. De momento nos
quedamos en Lefkada para reponer la despensa de lo necesario. Atracamos en el
puerto municipal y después de darnos un homenaje con un excelente desayuno sentados en la terraza de un bar en una de las calles principales a la vez que se iniciaba la actividad a nuestro alrededor, comenzamos la tarea de hacer la compra. No es que fuera algo excesivamente
complicado porque Amaia tenía totalmente controladas las necesidades del
Alyisio, pero con aquel calor tan terrible que hacía, cargar con unas enormes bolsas llenas a tope parecía una tortura; aunque se hizo más llevadera la tarea
recorriendo las calles de la población y viendo los puestos de frutas,
verduras, pescados… y cómo no un montón de típicas tiendas que se veía que estaban
destinadas al turismo. Además llamaban la atención ciertas costumbres que allí
tenían los vecinos del lugar como ir tres en una moto, llevar de paquete al perrito, o también
la cantidad de personas sin límite de edad que utilizaban bicicleta para desplazarse, así que podíamos ver a señoras de edad avanzada todas vestidas de negro
con mucho remango en su bicicleta.
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Después de un buen desayuno... |
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... a buscar rica fruta... |
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...ricos pescados... |
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... y con las bolsas llenas de todo lo necesario, vuelta al barco |
De vuelta nuevamente al barco y otra vez llena la despensa y también la caja de herramientas y repuestos ya que se aprovechó también la parada para comprar alguna pieza que era
necesaria para hacer reparaciones. Y mientras tomábamos el acostumbrado vermouth estuvimos esperando al nuevo tripulante, Enrique, que en su caso aunque lo de navegar no
era nuevo para él, sí que era una novedad estar en el Alysio. Cansado pero
contento de llegar a su destino, lo primero que hizo fue empezar a situarse en las costumbres
del velero.
A continuación, dado que los problemas técnicos
parecía que se multiplicaban de un momento para otro (el intercambiador que pierde agua salada, algún tornillo flojo, la correa del alternador que todavía estaba pendiente de cambiar y además aire en el sistema de agua dulce aunque respecto a ésto existía la duda de que el problema fuese que se habían acabado las reservas del depósito), teníamos
que pasar de necesidad a ver a nuestro mecánico favorito por ser el más cercano, Takis, así que rumbo a
Vliho.
Esta vez el
viaje fue muy entretenido para mí porque me toco pilotar, en algún momento
tenía que hacerlo, no podía desaprovechar esta oportunidad.
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Tanta responsabilidad exigía mucha seriedad |
Una vez que
atracamos llegó de inmediato Takis en una motocicleta y en seguida cambió la
correa poniendo la apropiada y dejándonos una de repuesto, aprovechamos también para
rellenar los depósitos de agua dulce.
Joseba, Juanfran, Thierry y yo hicimos
una pequeña expedición para ir hasta su “taller” puesto que el mecánico nos había contado
que el “Capitán Teach” estaba allí pendiente de una reparación debido a que
aquella misma mañana había encallado. Nos acercamos hasta allá para ver qué les
había pasado y cómo se encontraban, afortunadamente dentro del susto bien, así
que les deseo que la reparación haya sido rápida y que hayan podido continuar navegando tranquilamente de nuevo y sin más percances por las
aguas griegas. Está claro que un pequeño percance le puede pasar hasta al más experto navegante. Nuestro capitán aprovechó para llevarnos a los que nos
habíamos acercado hasta allí, a una visita guiada por el lugar donde pasa los
días Takis, y viendo el calor que tiene que soportar en aquella explanada llena
de embarcaciones, casi hasta se podría entender su carácter huraño porque era
inaguantable el calor del sol. Además el capitán aprovechó para darnos unas
explicaciones acerca de ciertas partes del barco ya que teníamos allí una estupenda
posibilidad de ver lo que normalmente está bajo el agua, como siempre digo, él
en su salsa con estos temas que le apasionan. Y aunque en este caso no se
trataba de ver algo especialmente espectacular por su belleza también fue una
experiencia más que mereció la pena, algo con lo que no contaba con lo que ni
siquiera llevé la cámara para inmortalizar todo aquello, Juanfran fue más
previsor que yo y como buen paparazzi que estaba siendo desde que subió al
barco a él no se le olvidó y tomó fotos de todo.
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Takis entre todos los barcos varados... |
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... y con el sol calentando con toda su fuerza |
Iniciamos
rumbo a Puerto Leone, en Kálamos, donde habíamos estado ya pero que habíamos
dejado a medias de conocer por la tormenta así que tendríamos la oportunidad de
ver todo aquello que nos había llamado la atención quedándonos con las ganas. También
tuve la oportunidad de pilotar de nuevo un ratito, pero a juicio del capitán era mejor
que no siguiera, y por supuesto, donde manda patrón no manda marinero así que
abandoné las prácticas, pero para mí que quedó un poco afectado por el
incidente del “Capitán Teach” y no se fiaba de mí… ¡alma de poca fe! Así que
Thierry con mucha más soltura que yo me tomó el relevo.
Como no había
viento estaba siendo una tarde bastante tranquila ya que ni siquiera pudimos ir
a vela, todo el rato a motor, y como todavía faltaba un rato para llegar a
Puerto Leone decidimos tomar un gin tonic en marcha acompañado de un aperitivo…. Lo que nunca hubiéramos sospechado era que ese
hábito de última hora de la tarde nos iba a ser tan útil
porque al ir a coger las tónicas de la sentina ésta estaba inundada. La cara de
sorpresa que nos quedó no tenía nombre, sobre todo porque hacía escasamente dos
horas que habíamos estado con Takis y no le había dado importancia al tema de
las entradas de agua, achacandolo a una dilatación de la bocina del motor. Yo
creo que si en ese momento hubiera estado allí, posiblemente alguien le hubiera
agarrado de la coleta y se la hubiera arrancado. Pero como no estaba no quedaba
otra opción que ponernos a achicar agua para apaciguar los ánimos, eso sí, el
gin tonic lo tomamos. El capitán en un primer momento se puso bastante nervioso,
por decir algo, porque yo creo que cuando vio todo aquel agua la descripción
exacta era que le salían rayos y truenos por los ojos, pero en seguida recuperó
la compostura, nos organizamos y todos nos pusimos a colaborar dejando en las
manos de Enrique el pilotaje del barco mientras sacábamos agua con cualquier
cacharro que tuviéramos a mano, por lo menos yo tenía el día activo y como me
dijo Juanfran se me pegó a la mano el cuenco con el que estaba achicando y no
paré en todo el rato, ¡todos le tuvimos que dar con ganas a la tarea!
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En plena tarea de achique |
Una hora más
tarde llegamos a Kálamos, donde ya estaba el “Nan” esperándonos. También
estaban fondeados varios vecinos más como
un yate enorme de nombre "Buka", propiedad de un acaudalado empresario, en este
caso del presidente de industrias Titán, es increíble para lo que puede dar
vender pinturas. Realmente muy llamativo pero seguimos quedándonos con el
velero Nirvana que nos habíamos encontrado navegando días antes, en este caso
propiedad del propietario del imperio textil Mango y que era realmente
espectacular.
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En Puerto Leone, el "Nan" en primer plano y al fondo el yate "Buka" |
Una vez que
fondeamos terminamos de sacar todo el agua que quedaba, ya bastante menos, y hubo también
que apretar algún tornillo para rematar la operación por el momento hasta el
día siguiente. No cabía ninguna duda de que estaba siendo la jornada más agotadora desde que habíamos
embarcado. Y aunque alguien pueda pensar que menudo susto y que vaya vacaciones
achicando agua, tengo que decir que hasta incluso esta sorpresa inesperada tuvo
su gracia, ¡no todos los días te encuentras con una situación así! Una anécdota
más que con el tiempo recuerdas con una sonrisa aunque seguro que para nuestro
capitán el recuerdo no le traerá precisamente una sonrisa y supongo que nunca
se acostumbrará a estas adversidades.
A pesar de
tanto movimiento Amaia se puso manos a la obra para tener la cena a punto, y
como Santxo estaba en labores de ayudante de mecánico fue Enrique quien muy
eficientemente le echó una mano y nos hicieron unos espaguetis deliciosos,
realmente hoy nos habíamos ganado una buena cena y un merecido descanso.
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