domingo, 10 de agosto de 2014

SABADO 12 DE JULIO. COMENZAMOS A NAVEGAR


Al día siguiente sábado… me levanté un poco tarde, a las diez, la última de todos, menuda impresión que voy dando ya de dormilona y perezosa. Super desayuno, últimos preparativos, aseo en el puerto para no gastar el agua del depósito y… ¡a empezar a navegar! Ahora es cuando descubrimos de verdad quién es quién en el barco…



Saliendo del puerto de Lefkada

El capitán y mandamás Joseba, por cierto para futuros navegantes hay que obedecerle porque sino se enfada, aunque un enfado muy llevadero… y como ya dije antes está atento a todo y a todos y cuando está en plena navegación se pone muy jefe, pero bueno se entiende porque somos unos cuantos para organizarnos y no es tan fácil así que en este aspecto no hay queja alguna. La almirante Begoña , un encanto y a lo largo de los días fuimos viendo que era una todo terreno. Y el resto muy fácil… ¡somos la chusma! Eso sí, para nada entendáis que este término lo utilizamos despectivamente, porque entre el montón de cosas de las que me enteré en el Alysio fue que antiguamente la chusma era el conjunto de remeros de una galera, con lo que aplicando el concepto al Alysio podríamos decir que la  chusma nos ocupamos de lo que sepamos o podamos. Aunque un poco por encima está el becario del capitán, Álvaro, que es un alumno aventajado, de todas formas me parece que va a tener que seguir visitando el Alysio para llegar a licenciarse con buenas notas (aunque que conste que se esfuerza mucho). Además Amaia y Santxo que aparte de su excelente labor como cocineros, son los trimmer de la mayor y el génova, y desde luego da envidia cómo controlan la forma y orientación de las velas en cada momento… no puedo negar que me daban mucha envidia!

 Ya empezamos a descubrir la vida navegando las aguas del mar Jónico en el Alysio, aguas increíbles, rodeadas de montañas con un verde envidiable debido a los inviernos lluviosos de la zona.

Nuestra primera parada en Vliho, aunque en principio es una parada técnica puesto que aquí vive y trabaja Takis, un griego muy peculiar tanto en la apariencia como en carácter y también parecía un “poco” misógino a primera vista, ya nos había avisado Begoña de ello y lo confirmamos cuando sube a bordo para un intercambio de impresiones con Joseba sobre algunos aspectos que están dando problemas en el funcionamiento del Alysio, por lo que son necesarios sus conocimientos como “experto mecánico”, y es que no sólo no saluda al sector femenino del velero sino que ni nos mira. Aunque tampoco es que nos importe mucho porque ya nos conformamos sólo con verle debido a lo que nos llama la atención por esa manera de ser y ese aspecto de ermitaño con el pelo y la barba blancos y largos .



Fondeados en Vliho




De paso aprovechamos para comer en un pequeño bar del puerto, bajamos con la gomona y aparte de lo rica que está la comida yo creo que me supo doblemente mejor tanto por la compañía como por el entorno, porque aunque hacía nada que habíamos llegado tengo que reconocer que desde el primer momento nos hicieron sentir muy a gusto, y aunque Vliho tampoco se pueda decir que sea el lugar más paradisíaco del mundo también tiene su encanto a pesar de las aguas bastante sucias en comparación con el resto de sitios que fuimos visitando a lo largo del viaje y de que el “taller-astillero” de Takis tampoco fuera precisamente bonito. De todas formas decir que aquí es donde duerme y descansa en tierra el Alysio cuando termina la temporada de navegación , le hacen las pequeñas o grandes reparaciones que necesita y se merece después de haber navegado por tantos lugares y haber hecho disfrutar a tanta gente (aunque claro está a unos más que a otros porque según nos dicen no todo el mundo está tan encantado en este tipo de viaje como de momento estamos nosotras).

Volvemos de nuevo al Alysio en la gomona y nos ponemos en marcha en busca de un lugar en donde podamos fondear para cenar y pasar la noche. Ahora sí que comenzamos a divertirnos de verdad navegando a vela porque el aire lo permite, y vamos cogiendo puntos para poder colaborar en todo lo que podamos. Además recibimos unas clases magistrales del capitán en materia de navegación para mí impagables y que intentaría aprovechar lo máximo posible porque se nota que le gusta y además lo transmite cuando nos explica el funcionamiento de cada cosa. En general tengo que reconocer que todos los que están en el Alysio en este momento es evidente que viven y disfrutan del mar y la navegación al máximo, y lo percibíamos fácilmente, por eso creo que tenía todavía más valor compartir el viaje con ellos.




Navegando a vela



A última hora de la tarde llegamos a Atokos, una pequeña isla con cerca de 4.5 km2 que es parte del territorio de Ithaca. También es bastante montañosa, de hecho sus únicos habitantes son las cabras que aparecen en cualquier momento escalando por cualquier repecho, y también vemos que tiene bastantes cuevas con lo que puede ser muy divertido explorarlas http://es.wikipedia.org/wiki/Atokos

Átokos




Una vez que llegamos y se decide el lugar más apropiado, lo cual no es demasiado complicado porque tenemos pocos vecinos, cosa que resulta extraña a los más veteranos en el Alysio porque suele ser un lugar muy concurrido, se suelta el ancla por proa y se ata un cabo a popa en alguna de las rocas que sobresalen con muy buena pinta para cumplir su función. Y aquí no puedo dejar de decir con qué alegría tanto Santxo como Begoña se tiran al agua para atar el cabo, no es que fuera precisamente un sacrificio bañarse en aguas tan limpias y apetecibles pero hay que reconocer que a cierta hora cuando ya el sol está bastante bajo a mí me daría un poco de pereza tener que darme un chapuzón, pero para ellos no hay ningún problema… ¡si es que son igual qué peces! Se nota que les encanta.

Cena en la cubierta, esta es la primera vez que disfrutamos de lo que es el auténtico placer de navegar en el Alysio, estar en medio de la nada, sin más ruido que la naturaleza que nos rodea, sobre todo las cigarras rechinando con un zumbido que en un primer momento te llama muchísimo la atención por lo fuerte que suena y porque no es normal oírlo en nuestra vida diaria de una manera tan intensa, y que suponemos que será para atraer los machos a las hembras porque me imagino que para ellas habrá tan poco motivo de alarma como para nosotros entre tanta tranquilidad, y de vez en cuando algún balido lejano de alguna cabra que rompe el silencio. Vamos… todo muy poético y sobre todo impagable para quien lo sepa disfrutar, y si encima acompaña una luna llena con tanta luz que parece imposible que no haya ninguna luz artificial alrededor... ya te quedas sin palabras porque se vuelve todo indescriptible.

Noche en Átokos 

Y cada vez te convences más de que las cosas que cotidianamente haces como cenar, pueden resultar infinitamente más placenteras según las circunstancias que te rodeen.

Aunque también es verdad que en todos los sitios siempre hay alguien que viene a fastidiar, y en este caso fue una lancha motora que se acercaba a toda caña a la cala en donde estábamos fondeados, con cuatro buzos a bordo y que no se daban cuenta de que tanto nosotros como el velero paralelo al nuestro teníamos un cabo a tierra con lo que sino cambiaban de rumbo iban a cruzarse primero con el nuestro y luego con el de los vecinos y las consecuencias no iban a ser muy agradables precisamente. Así que nos vimos obligados a dar unos cuantos gritos,  pero hasta que nuestros vecinos soltaron un bocinazo no conseguimos que cambiaran su rumbo, casi “in extremis”.


Esta fue nuestra primera noche auténticamente en el barco, en plena naturaleza, luna llena y cielo estrellado, un descanso totalmente reparador e impagable con el casi imperceptible mecer del mar, de película totalmente.

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Alysio 2014