Al día siguiente sábado… me
levanté un poco tarde, a las diez, la última de todos, menuda impresión que voy dando ya de dormilona y perezosa. Super desayuno,
últimos preparativos, aseo en el puerto para no gastar el agua del depósito y…
¡a empezar a navegar! Ahora es cuando descubrimos de verdad quién es quién en
el barco…
Saliendo del puerto de Lefkada |
El
capitán y mandamás Joseba, por cierto para futuros navegantes hay que
obedecerle porque sino se enfada, aunque un enfado muy llevadero… y como ya
dije antes está atento a todo y a todos y cuando está en plena navegación se
pone muy jefe, pero bueno se entiende porque somos unos cuantos para
organizarnos y no es tan fácil así que en este aspecto no hay queja alguna. La
almirante Begoña , un encanto y a lo largo de los días fuimos viendo que era
una todo terreno. Y el resto muy fácil… ¡somos la chusma! Eso sí, para nada
entendáis que este término lo utilizamos despectivamente, porque entre el
montón de cosas de las que me enteré en el Alysio fue que antiguamente la chusma
era el conjunto de remeros de una galera, con lo que aplicando el concepto al
Alysio podríamos decir que la chusma nos
ocupamos de lo que sepamos o podamos. Aunque un poco por encima está el becario
del capitán, Álvaro, que es un alumno aventajado, de todas formas me parece que
va a tener que seguir visitando el Alysio para llegar a licenciarse con buenas
notas (aunque que conste que se esfuerza mucho). Además Amaia y Santxo que
aparte de su excelente labor como cocineros, son los trimmer de la mayor y el
génova, y desde luego da envidia cómo controlan la forma y orientación de las
velas en cada momento… no puedo negar que me daban mucha envidia!
Ya empezamos a descubrir la vida navegando las
aguas del mar Jónico en el Alysio, aguas increíbles, rodeadas de montañas con
un verde envidiable debido a los inviernos lluviosos de la zona.
Nuestra
primera parada en Vliho, aunque en principio es una parada técnica puesto que
aquí vive y trabaja Takis, un griego muy peculiar tanto en la apariencia como en
carácter y también parecía un “poco” misógino a primera vista, ya nos había avisado
Begoña de ello y lo confirmamos cuando sube a bordo para un intercambio de
impresiones con Joseba sobre algunos aspectos que están dando problemas en el
funcionamiento del Alysio, por lo que son necesarios sus conocimientos como “experto
mecánico”, y es que no sólo no saluda al sector femenino del velero sino que ni
nos mira. Aunque tampoco es que nos importe mucho porque ya nos conformamos sólo
con verle debido a lo que nos llama la atención por esa manera de ser y ese
aspecto de ermitaño con el pelo y la barba blancos y largos .
Fondeados en Vliho |
De paso
aprovechamos para comer en un pequeño bar del puerto, bajamos con la gomona y
aparte de lo rica que está la comida yo creo que me supo doblemente mejor tanto
por la compañía como por el entorno, porque aunque hacía nada que habíamos
llegado tengo que reconocer que desde el primer momento nos hicieron sentir muy
a gusto, y aunque Vliho tampoco se pueda decir que sea el lugar más paradisíaco
del mundo también tiene su encanto a pesar de las aguas bastante sucias en
comparación con el resto de sitios que fuimos visitando a lo largo del viaje y
de que el “taller-astillero” de Takis tampoco fuera precisamente bonito. De todas formas decir que aquí es donde duerme y descansa en tierra el
Alysio cuando termina la temporada de navegación , le hacen las pequeñas o
grandes reparaciones que necesita y se merece después de haber navegado por
tantos lugares y haber hecho disfrutar a tanta gente (aunque claro está a unos
más que a otros porque según nos dicen no todo el mundo está tan encantado en
este tipo de viaje como de momento estamos nosotras).
Volvemos de
nuevo al Alysio en la gomona y nos ponemos en marcha en busca de un lugar en
donde podamos fondear para cenar y pasar la noche. Ahora sí que comenzamos a
divertirnos de verdad navegando a vela porque el aire lo permite, y vamos
cogiendo puntos para poder colaborar en todo lo que podamos. Además recibimos
unas clases magistrales del capitán en materia de navegación para mí impagables
y que intentaría aprovechar lo máximo posible porque se nota que le gusta y además
lo transmite cuando nos explica el funcionamiento de cada cosa. En general
tengo que reconocer que todos los que están en el Alysio en este momento es
evidente que viven y disfrutan del mar y la navegación al máximo, y lo
percibíamos fácilmente, por eso creo que tenía todavía más valor compartir el viaje con
ellos.
Navegando a vela |
A última hora
de la tarde llegamos a Atokos, una pequeña isla con cerca de 4.5 km2
que es parte del territorio de Ithaca. También es bastante montañosa, de hecho
sus únicos habitantes son las cabras que aparecen en cualquier momento
escalando por cualquier repecho, y también vemos que tiene bastantes cuevas con
lo que puede ser muy divertido explorarlas http://es.wikipedia.org/wiki/Atokos
Átokos |
Una vez que
llegamos y se decide el lugar más apropiado, lo cual no es demasiado complicado
porque tenemos pocos vecinos, cosa que resulta extraña a los más veteranos en
el Alysio porque suele ser un lugar muy concurrido, se suelta el ancla por proa
y se ata un cabo a popa en alguna de las rocas que sobresalen con muy buena
pinta para cumplir su función. Y aquí no puedo dejar de decir con qué alegría
tanto Santxo como Begoña se tiran al agua para atar el cabo, no es que fuera
precisamente un sacrificio bañarse en aguas tan limpias y apetecibles pero hay
que reconocer que a cierta hora cuando ya el sol está bastante bajo a mí me
daría un poco de pereza tener que darme un chapuzón, pero para ellos no hay
ningún problema… ¡si es que son igual qué peces! Se nota que les encanta.
Cena en la
cubierta, esta es la primera vez que disfrutamos de lo que es el auténtico
placer de navegar en el Alysio, estar en medio de la nada, sin más ruido que la
naturaleza que nos rodea, sobre todo las cigarras rechinando con un zumbido que
en un primer momento te llama muchísimo la atención por lo fuerte que suena y
porque no es normal oírlo en nuestra vida diaria de una manera tan intensa, y
que suponemos que será para atraer los machos a las hembras porque me imagino
que para ellas habrá tan poco motivo de alarma como para nosotros entre tanta
tranquilidad, y de vez en cuando algún balido lejano de alguna cabra que rompe
el silencio. Vamos… todo muy poético y sobre todo impagable para quien lo sepa
disfrutar, y si encima acompaña una luna llena con tanta luz que parece
imposible que no haya ninguna luz artificial alrededor... ya te quedas sin
palabras porque se vuelve todo indescriptible.
Noche en Átokos |
Y cada vez te
convences más de que las cosas que cotidianamente haces como cenar, pueden
resultar infinitamente más placenteras según las circunstancias que te rodeen.
Aunque también
es verdad que en todos los sitios siempre hay alguien que viene a fastidiar, y
en este caso fue una lancha motora que se acercaba a toda caña a la cala en
donde estábamos fondeados, con cuatro buzos a bordo y que no se daban cuenta de
que tanto nosotros como el velero paralelo al nuestro teníamos un cabo a tierra
con lo que sino cambiaban de rumbo iban a cruzarse primero con el nuestro y
luego con el de los vecinos y las consecuencias no iban a ser muy agradables
precisamente. Así que nos vimos obligados a dar unos cuantos gritos, pero hasta que nuestros vecinos soltaron un
bocinazo no conseguimos que cambiaran su rumbo, casi “in extremis”.
Esta fue
nuestra primera noche auténticamente en el barco, en plena naturaleza, luna
llena y cielo estrellado, un descanso totalmente reparador e impagable con el
casi imperceptible mecer del mar, de película totalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario